Un año después de los incendios que quemaron 14.000 hectáreas de bosque en el Alt Empordà, personas afectadas y los investigadores expertos en incendios del CREAF y la UdG hacen una valoración de la regeneración que se ha podido observar en la zona.
Los alcornocales, los pinares de pino blanco y matorrales fueron las formaciones vegetales más perjudicadas durante los incendios del Alt Empordà del pasado julio. Un equipo del CREAF está estudiando qué papel tuvo la estructura del bosque en el comportamiento del fuego y en el grado de afectación que muestran los árboles después del incendio.
Conocer este papel, por un lado puede ayudar a predecir posibles situaciones extremas que sobrepasan la capacidad de extinción de los bomberos, y por otra, puede ayudar a interpretar la regeneración observada: «Un fuego de superficie afecta sobre todo el estrato herbáceo y arbustivo, mientras que los fuegos de copa suelen quemar gran cantidad de árboles y afectar mucho más su regeneración, «-explica Judit Lecina, miembro del equipo de investigadores.
La recuperación ha sido bastante desigual
En general, el alcornoque se está regenerando de manera notable gracias a su capacidad para rebrotar desde la copa, y se calcula que en pocos años muchos alcornocales tendrán un aspecto similar al que tenían antes del fuego. Aunque esto representa una buena noticia para el sector del corcho, muy importante en la comarca, «hay que tener en cuenta que el corcho quemado no se podrá aprovechar y, por tanto, ahora tocaría pelar los árboles y esperar un turno aproximado de 14 o 15 años. «-afirma Jordi Vayreda, investigador del CREAF.
Además, la recuperación de copa depende de que el árbol tenga suficiente corteza en el momento del contacto con las llamas, por lo que la situación puede ser muy desigual para los diferentes propietarios. Aquellos que habían retirado el corcho poco tiempo antes del fuego han sufrido una muerte casi absoluta de sus explotaciones. Joaquín Bech de «Can Bech», lo explica:
«La situación es trágica después de la quema de 40 hectáreas en nuestra finca, el 23 de julio. En nuestro caso, como habíamos sacado el corcho del año anterior al incendio, la quemadura fue fulminante y se nos han muerto prácticamente todos los árboles. Sin la corteza, estaban muy desprotegidos. »
El pino carrasco, en cambio, tardará bastante más en recuperarse (entre 20 y 30 años), ya que no puede rebrotar y debe esperar a que los nuevos pinos surgidos por germinación tras el incendio crezcan. Esta recuperación seguramente será igual de lenta si se opta por dejar que el bosque se recupere de manera natural o si se talan y venden los árboles quemados.
La venta de esta madera quemada como biomasa para producir energía parece que está siendo una práctica común entre los propietarios de la zona afectada, en un intento de minimizar las pérdidas ocasionadas por el fuego. Desgraciadamente, como todavía no hay suficiente consumo local, buena parte de esta biomasa se exporta a países como Italia, donde las subvenciones de este tipo de fuentes energéticas permiten cierto rendimiento de la gestión forestal. Así lo explica Juan Lazaro, propietario de la zona de bosques de pinos «Heredad Molar»:
«Antes de los incendios ya decíamos que la densidad de los bosques no era normal y que había limpiarlos, pero no se hizo ninguna actuación. De las 200 hectáreas que tiene la propiedad se quemaron 180. Hemos sufrido mucho. Tuvimos cortar la madera, la hicimos triturar y la enviamos en barcos hacia Italia para biomasa. Con el dinero de la biomasa hemos podido rehacer una casa para poder dedicarnos al turismo rural. »
Los islotes no quemados son fundamentales para la recuperación
Durante este año de regeneración y cambios en los bosques alto-ampurdaneses, el equipo de Pedro Pons, investigador de la Universidad de Girona, ha observado el comportamiento de algunos animales en la zona afectada. El equipo ha comprobado que algunas especies de aves y de insectos propias de espacios abiertos han comenzado a recolonizar la zona y que las especies más forestales han encontrado refugio en los islotes de vegetación que no se han quemado. «Parece ser que el incendio ha provocado un recambio en la biodiversidad mucho más rápido de lo que sería habitual-explica Pere Pons-. Ahora hay que estudiar si a medio y largo plazo las poblaciones de fauna de los islotes se encuentran con problemas diferentes que las que viven en bosques continuos, por el hecho de vivir más concentradas. »
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Reportaje de TV3 «Terra Cremada» donde se hace un repaso por la zona del incendio 1 año después
Este recambio de la biodiversidad es un hecho que se repite a menudo después de los incendios. En un artículo publicado en 2011, el equipo de la Anselm Rodrigo, investigador del CREAF, señala que la actual frecuencia de los incendios ha hecho que aumente la sustitución de las especies arbóreas dominantes por otros que no lo eran antes del fuego. «Cuando esto ocurre, no son sólo los árboles, los que cambian: de entrada, hemos visto que lo hacen también las plantas del sotobosque y la comunidad de hormigas que viven».
La gestión más adecuada depende del objetivo
La investigadora del CREAF Sandra Saura afirma que una buena gestión del bosque quemado dependerá siempre del objetivo que persiga. «En el caso de los pinos, si se quiere hacer una explotación económica una opción es optar por vender la madera para biomasa. Pero si lo que se quiere es conservar el bosque, entonces es importante esperar un año y luego intentar crear un paisaje en forma de mosaico, con condiciones ambientales diferentes, para favorecer la recuperación de la biodiversidad «.
El director del CREAF Javier Retana ya apuntaba esta idea a una entrevista reciente de la revista del Colegio de Ambientólogos de Cataluña. «Muchos querían empezar a actuar inmediatamente, pero a pesar de la buena voluntad, antes de un año no se pueden hacer muchas cosas. Pasado este tiempo podremos empezar a ver qué zonas del bosque están regenerando bien y qué actuaciones se realizarán en cada caso. «Añadía que la propuesta más razonable sería establecer unidades de territorio que, mediante franjas de protección, impidan que los incendios se propaguen con tanta facilidad.
«Para poder mejorar la gestión y prevención de los incendios es muy importante hacer uso de los mapas de peligro de incendios que se elaboran desde la Generalitat»-explica Sandra Saura. «Cuando el mapa muestra que el peligro es bastante elevado, se toman las medidas adecuadas, como cortar la motorización de la zona».
José Ángel Burriel forma parte del equipo del CREAF que ayuda a mejorar el mapa de prevención de incendios de la Generalitat. Este equipo asesora en la elaboración de un mapa diario de peligro de incendio forestal y también en la creación de un mapa básico de peligro de incendios (este se renueva cada 10 años), donde se observa al detalle qué zonas boscosas de Cataluña corren más riesgo de sufrir incendios. «El mapa básico sirve, entre otras cosas, para decidir la cuantía de las subvenciones destinadas a la colocación de hidrantes o depósitos, o en la construcción de pistas por donde acceder al bosque en caso de fuego, en función del peligro de incendio a nivel municipal «-explica Burriel.
Fuente: Ecoticias y TV3
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