Es una realidad asombrosa como el Covid-19 ha impactado negativamente en la sociedad, el mercado y la economía mundial y, especialmente, en el sector turístico; quizás uno de los más perjudicados de todos. La industria turística representa un 10,4% del crecimiento económico mundial y genera cerca de 319 millones de puestos de trabajo, es decir, el 10% del empleo a nivel global, según cifras del Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC, por sus siglas en inglés).
Los sectores más afectados del turismo están siendo las aerolíneas, la hotelería y los operadores turísticos. WTTC informó que este año se estima una caída del 25% de los viajes a nivel global. Las pérdidas del sector turístico mundial, en su conjunto, podrían llegar a los US$70.000 millones, según expertos consultados por la BBC Mundo.
El Covid-19 deja en evidencia la dependencia, ya sabida, de la seguridad como motor de estabilidad, competitividad y movilidad hacia y entre los destinos turísticos. Tanto en cuanto, la elección de un destino turístico por parte de los turistas considera diferentes factores como el precio, la calidad, tipo de viaje o la moda. No obstante, cada vez más la seguridad turística cobra mayor peso a la hora de escoger un destino vacacional.
Cuando hablamos de seguridad turística no solo se hace referencia a los cuerpos de policía que protegen al turista de que sean víctimas de un asalto físico o de otro tipo de delito; sino también a la seguridad médica entendida como la protección y prevención de infecciones en destino con la debida asistencia médica al visitante durante su estancia.
A medio plazo Covid-19 empezaremos a mitigar sus efectos; tal y como lo están haciendo en China y Corea del Sur siguiendo una estricta disciplina ciudadana e investigación científica según informe del Banco Mundial. Como, también, ya lo demostró China en 2003 controlando el coronavirus SARS.
La industria del turismo está acostumbrada a las crisis y se ha vuelto más resistente con el tiempo por su enorme capacidad resilientes. Según un estudio del WTTC de 90 crisis distintas entre 2001 y 2008, examinando los vuelos y el gasto de visitantes perdidos; la industria tarda unos 10 meses en recuperarse, frente a los 24 meses de hace 10 años.
La pandemia, recogiendo todas sus consecuencias negativas de pérdidas humanas, inexcusablemente nos pone en la tesitura de re-pensar drásticamente el modelo turístico actual e imponiendo nuevos desafíos hacia cambios con firmeza y determinación hacia un turismo más sostenible, humano y empático con la sociedad.
Solo actuando con responsabilidad y justicia social podremos alcanzar destinos sostenibles queden cabida aquellos que sean disfrutar y los que desean trabajar y vivir dignamente de la actividad turística. Por cuanto, la sostenibilidad no es solo una cuestión ambiental sino también económica y social de las condiciones de calidad de vida de la población local.
Por ejemplo, puede servir para mirad la seguridad medica turística como revulsivo para emprender acciones que ayuden a mejorar significativamente las condiciones hospitalarias de los países emergentes; motores del turismo en los últimos años. Buscando cumplir el objetivo 3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible relacionado con: Garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades.
Hoy las autoridades públicas piden a los ciudadanos que sean solidarios y responsables limitando su movilidad para prevenir la propagación de este virus y, así proteger la salud de los grupos de población más vulnerables. De igual modo, como ciudadanos y turistas debemos apelar la solidaridad de los organismos púbicos y privados internacionales para incentivar la inversión económica en la mejora de infraestructuras sanitarias junto con planes de emergencia de los destinos más débiles; para que ofrezcan servicios seguros, eficaces con respuestas rápidas y satisfactorias a los locales.
Es prioritario realizar medidas en esta dirección para ayudar a recobrar la confianza de los turistas en los destinos exponiendo al mundo un mensaje de tranquilidad al mercado que permitan fomentar la reactivación económica y social del sector turístico.
A la vista queda que el proceso de recuperación de confianza y de demanda hacia los destinos será más rápido; solo si recobramos la sensación de bienestar de los turistas perdido por la vulnerabilidad que infunde el Covid-19 así como mejorando la comunicación, la estructura sanitaria y formación de los profesionales de la medicina en los destinos emergentes y mas débiles.
El desafío que nos ocupa, ante la crisis del Covid-19, demanda aprender de lo que está ocurriendo; porque episodios similares podrían repetirse en los próximos años.
Desde el Instituto Superior del Medio Ambiente, a través del curso Turismo y Desarrollo Sostenible dedicaremos – en su próxima edición – especialmente atención a la discusión de cómo construir un turismo sostenible, responsable e inclusión social que proteja la salud pública de los turistas, visitantes y locales.
Con ello, queremos contribuir aportar conocimiento y herramientas técnicas para consolidar el concepto de turismo sostenible, así como abrir nuevas perspectivas para gestionar con eficacia el medio natural y cultural, a efectos de aportar beneficios a la sociedad y acrecentar el interés de los visitantes por los destinos.
Gonzalo de la Fuente, autor de este post, es docente en el Instituto Superior del Medio Ambiente. Es Doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Autónoma de Madrid. Máster en Gestión Integrada por la Universitat de les Illes Balears y Licenciado en Ciencias y Artes Ambientales por la Universidad Central de Chile.
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