Si estuviésemos realizando un estudio de paisaje en una zona de alta montaña. Lo más probable, al evaluar aquellos ambientes fríos que presenten nieves permanentes, grandes lenguas de hielo o glaciares, siguiendo la corriente estética de la naturaleza, los catalogaríamos como parajes excepcionales por su majestuosidad. O bien siguiendo al profesor emérito Dr. Carl Steintz de la Universidad de Harvard, pondríamos la etiqueta de “Paisajes sublimes”.
Entendiendo por paisajes sublimes aquellos “lugares conmovedores, que llegan a lo más profundo del ser humano por su naturaleza salvaje y, también, por ser inhóspitos, hostiles y desolados que inspiran “.
Los paisajes sublimes deberíamos limitarnos a ¿solo una cuestión estética? O hay algo más que debemos considerar. Los glaciares son algo más que un elemento excepcional del paisaje visual por su valor simbólico y paisajístico son, a la vez, hábitat de comunidades animales y vegetación.
A lo cual, uno puede preguntarse ¿Solo los pingüinos anidan en el hielo? En principio, eso se creía. Todos los estudios ornitológicos apuntaban a que este asunto estaba restringido a los pingüinos hasta que entró en escena la Diuca de Alas Blancas (Idiopsar Speculifera).
La Diuca de Alas Blancas es una especie de ave paseriforme de la familia Thraupidae. Es nativa de regiones andinas del oeste de América del Sur. Se distribuye a lo largo de la cordillera de los Andes desde el oeste de Perú (Áncash), hasta el extremo norte de Chile (norte de Arica y Parinacota) y oeste de Bolivia (Cochabamba).
Esta especie es considerada localmente bastante común en sus hábitats naturales: los pastizales puneños de gran altitud, especialmente alrededor de pantanos con plantas en cojín, entre 4000 y 5300 m. Desde 2005 a 2014 se encontraron indicios y luego pruebas de que esta especie puede anidar incluso sobre nieve o hielo, y en particular dentro de las cuevas de glaciares andinos.
Este caso deja en evidencia la complejidad de los estudios de paisaje. De cara al análisis paisajístico, debemos atender a caracterizar y evaluar no solo lo percibido (visual), social (socio-económico) sino también profundizar en lo ecológico (ecosistemas, …) en cuanto a sus procesos y factores implicados con objeto de tener una compresión del pasado, presente y futuro de un paisaje. Se trata de que, mediante un adecuado análisis, apreciar su valor y su fragilidad para actuar en consecuencia.
Es un hecho irreversible, según pasan los años, el cambio climático está siendo crucial en el retroceso de los glaciares; la subida de la temperatura afecta al deshielo paulatino, y sin pausa, de los glaciares. Esta circunstancia, como es evidente, inevitablemente provocará cambios en el hábitat natural de anidamiento de la Diuca de Alas Blancas.
En esa fragilidad, la Diuca de Alas Blancas se enfrenta al desafío de sobrevivir y mantenerse en un nuevo funcionamiento ecológico de los paisajes de montaña, que amenaza la supervivencia de tantas especies (vegetación y fauna) adaptadas a unas condiciones ambientales muy específicas que cambian más rápido de lo que pueden soportar. Por ejemplo, los pingüinos han tenido que adaptar sus hábitos para sobrevivir a medida que el calentamiento polar disminuye la disponibilidad de alimentos bajo el agua. En consecuencia, deben aventurarse más lejos en busca de sustento, lo que les obliga a convertirse en criaturas cada vez más exploradoras.
Mitigar, detener o disminuir los efectos del cambio climático se plantea como una opción extremadamente complicada, o es casi imposible, tanto técnica, económica como políticamente, pero imprescindible para muchas especies de fauna. Entre ellas, las aves, como la Diuca de Alas Blancas, que tendrán que lidiar con un entorno más caliente en los próximos años.
La restauración de ecosistemas es un paso importante para muchas aves, que se ven obligadas a modificar sus comportamientos para encontrar lugares con condiciones apta para la supervivencia de ellas y sus crías. Es así que, por ejemplo, a medida que disminuyan los bosques del norte de Europa, la creación de santuarios de aves donde las actividades humanas no las pongan en peligro mejorará su limitado hábitat en estos bosques. Preservar vastas extensiones de hábitat será crucial para la conservación. En las Grandes Llanuras, numerosos humedales se han transformado en campos agrícolas. Restaurarlos a su estado original ampliaría el hábitat de las aves acuáticas y proporcionaría cierto nivel de resistencia frente al cambio climático.
En esa línea, la construcción de sitios hechos por el hombre para que las aves aniden, también puede conducir a un mayor rendimiento reproductivo y crecimiento poblacional para algunas especies, como la Diuca de Alas Blancas. Las estrategias de conservación que resulten eficaces dependerán de la recogida continua de datos para comprender plenamente las repercusiones del cambio climático en las aves y priorizar los hábitats y las poblaciones de especies con mayores posibilidades de supervivencia.
En definitiva, los estudios del paisaje deberán afrontar cualquier restauración, con un análisis en profundidad del estado de la integridad ecológica de los ecosistemas para fijar las acciones más apropiadas, que restituyan en la medida de lo posible las condiciones funcionalidad del paisaje a través de bienes y servicios ecosistémicos que este ofrece.
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