Imaginemos a María, una empleada de limpieza de un hotel en Valencia, recogiendo botellas vacías y sábanas arrugadas en una habitación. Mientras trabaja, piensa en su hija, a quien apenas ve por sus turnos dobles. Su historia no es única: millones de trabajadoras de la hostelería, muchas migrantes o en situación de precariedad, sostienen una industria que a menudo las invisibiliza. Este escenario revela una verdad incómoda: el turismo masivo no solo deja huella en los destinos, sino también en las vidas de quienes lo hacen posible. Por ello, un modelo de turismo respetuoso debe priorizar la responsabilidad social, la inclusión y la equidad de género, convirtiendo a los viajeros en aliados activos de la justicia laboral.

Responsabilidad social: El turista como agente de cambio

El turismo responsable trasciende el cuidado ambiental: implica reconocer que cada acción del viajero afecta a trabajadores como María. En primer lugar, los hoteles con certificaciones éticas, como los Biosphere Hotels en España, garantizan salarios dignos y condiciones laborales justas. Los turistas pueden elegir estos alojamientos, presionando a la industria a adoptar prácticas transparentes. Además, gestos simples —como dejar la habitación ordenada o evitar derrochar toallas— reducen la carga física de las empleadas, un acto de empatía.

Los turistas pueden apoyar iniciativas de RSE que vinculen consumo con impacto social. En España, la cadena Iberostar promueve la campaña “Wave of Change”, donde parte de los ingresos por reservas se destina a capacitación laboral para empleados. A nivel global, plataformas como Fairbnb redirigen el 50% de las ganancias a proyectos comunitarios, incluyendo programas educativos para trabajadores hoteleros.

Iniciativa Responsabilidad Social Fairbnb

Estas siete estrategias muestran cómo el turista puede ser un motor de cambio:

  • Elegir hoteles con certificaciones éticas (ej.: Biosphere en España, B Corp internacionalmente).
  • Donar a fondos de capacitación laboral mediante reservas (ej.: Iberostar).
  • Utilizar plataformas turísticas con impacto social (ej.: Fairbnb).
  • Exigir transparencia en políticas laborales al hacer reservas.
  • Facilitar su trabajo dejando la habitación ordenada antes de salir.
  • Reconocer su trabajo con respeto, gratitud y cortesía para humanizar su labor.
  • Dejar propina justa y directa en reconocimiento por su trabajo.

Inclusión social: Romper barreras en la hostelería

Sin embargo, la responsabilidad individual no basta si no se combate la exclusión estructural. En España, el 32% de los empleados hoteleros son migrantes, según el INE, muchos en puestos sin oportunidades de ascenso. Frente a esto, hoteles como Meliá han implementado programas de inclusión, como cursos de idiomas y validación de títulos extranjeros, facilitando la integración. Los turistas pueden valorar estos esfuerzos, prefiriendo cadenas con políticas inclusivas y denunciando situaciones de discriminación.

Un ejemplo internacional inspirador es la iniciativa “Room to Read” de Hilton, que colabora con ONGs para contratar a refugiados en sus hoteles. En este sentido, los viajeros no solo consumen un servicio, sino que financian modelos laborales transformadores. Además, apoyar negocios locales —como restaurantes gestionados por colectivos vulnerables— diversifica las oportunidades económicas, una práctica impulsada en ciudades como Valencia con su red “Turismo Inclusivo”.

Turismo inclusivo

Perspectiva de género: Reconocer a las mujeres tras las habitaciones

A pesar de estos avances, la hostelería sigue siendo un espejo de las desigualdades de género. Según ONU Mujeres, el 78% de los puestos de limpieza globalmente son ocupados por mujeres, pero solo el 18% llega a gerencia. En respuesta, cadenas como Accor en Francia han creado comités de equidad salarial, mientras en España, NH Hotel Group ofrece licencias de paternidad extendidas. Los turistas pueden contribuir eligiendo hoteles con certificaciones de igualdad, como la certificación EDGE.

Pero la solución va más allá: cuestionar estereotipos, como asociar la limpieza a roles femeninos, es clave. El trabajo de las camareras de piso sigue estando feminizado. No hay hombres que se dediquen a ello. En países europeos como Alemania e Inglaterra es común ver camareros de pisos en los hoteles. Cuando los turistas apoyan iniciativas de igualdad, contribuyen a una industria más justa, donde las mujeres no tengan que elegir entre su empleo y su familia. Un turismo responsable impulsa oportunidades equitativas, asegurando que todas las personas, sin importar su género, puedan desarrollarse profesionalmente sin renunciar a su bienestar personal.

Refutación de contrapuntos

Algunos argumentarán que los turistas no deben asumir roles que corresponden a empleadores o gobiernos. Sin embargo, esta postura ignora el poder del consumidor: cuando los viajeros exigen estándares éticos —como en el auge del “turismo slow”—, las empresas se ven obligadas a mejorar prácticas. No se trata de cargar al individuo con toda la responsabilidad, sino de construir una cadena de valor donde todos participen.

En definitiva, el turismo responsable no se limita a proteger monumentos o playas, sino a dignificar a quienes hacen posible la experiencia. Desde elegir un hotel con políticas de equidad hasta agradecer a quien limpia la habitación, cada acto suma. Como sociedad, debemos recordar que detrás de cada servicio hay historias como la de María: madres, hijas o migrantes que merecen respeto, no solo propinas. La próxima vez que empaques tus maletas, pregúntate: ¿Qué huella quieres dejar en quienes hacen del viaje un recuerdo?

En el curso ofertado desde el Instituto Superior del Medio Ambiente, sobre Turismo y Desarrollo Sostenible (https://goo.gl/dlj9ZD), que se imparte en su totalidad en modalidad ON LINE, dedicaremos – en su próxima edición – especialmente atención a la discusión de cómo construir un turismo con rostro que promueve un modelo de turismo más justo, inclusivo y sostenible y respetuoso para todos/as.

Te esperamos.