¿Por qué es importante la biodiversidad? ¿Qué necesidad tenemos de protegerla? ¿Dónde radica la importancia de una red de espacios naturales protegidos?
La biodiversidad no es sino el conjunto de todos los seres vivos que pueblan y han poblado la Tierra. Se trata de una de las formas de riqueza más intangibles de un país, pero una de las de mayor importancia.
La biodiversidad en sí misma, como el resultado de millones de años de evolución, ya merece una protección per se, por el mero hecho de existir. Pero es que la biodiversidad tiene un valor incalculable en otros muchos ámbitos:
- Se trata de una fuente de recursos desde donde se pueden extraer desde materias primas hasta alimentos, pasando por tejidos. La agricultura, la ganadería o la enorme cantidad de compuestos bioquímicos que pueden ser extraídos de la naturaleza y que tienen aplicaciones en todos los campos de la industria, son sólo algunos ejemplos de la enorme importancia económica que atesora la biodiversidad.
- También es una fuente de riqueza y de desarrollo socioeconómico a través del turismo de naturaleza y el ecoturismo, los cuales se han convertido en un motor económico y social en numerosas zonas rurales de España, hasta entonces deprimidas.
- En el ámbito de la salud, la biodiversidad nos provee con una enorme cantidad de moléculas con propiedades medicinales, muchas de ellas aún por descubrir y que podrían perderse para siempre si continúa esta pérdida de diversidad que estamos sufriendo actualmente. Pero además, unos ecosistemas sanos dificultan el surgimiento y expansión de enfermedades infecciosas y zoonosis. Y por si esto no fuera bastante, también es un enorme reservorio de genes que, gracias a los avances en la ingeniería genética, podrían tener incontables aplicaciones en la agricultura, la producción animal o la salud.
- Por otro lado, están los llamados servicios ecosistémicos, que son aquellos beneficios que nos proporcionan los ecosistemas y que abarcan ámbitos tan variados como la eliminación de cadáveres del medio natural, limpieza y purificación del aire y las aguas, producción de oxígeno, regulación de los flujos de materia y energía, restauración de ecosistemas, fijación, estabilización y fertilización del suelo, polinización, regulación biológica de plagas, amortiguamiento de eventos climáticos extremos, como sequías, lluvias torrenciales… Tan sólo una pequeña muestra de todo lo que la naturaleza nos ofrece y que apenas sí se está empezando a estudiar el valor económico real que tiene y que, como imaginarás, es inmenso. Todo un auténtico capital natural cuyo valor y cuyo precio son, en la práctica, incalculables
Como ves, la biodiversidad es un patrimonio frágil y valiosísimo que es necesario proteger. Y una de las herramientas que tienen todos los estados es la creación áreas naturales protegidas, de modo que no sólo se evite el deterioro y la pérdida de los paisajes, ecosistemas y especies, así como las relaciones entre ellas, sino que se puedan recuperar y mejorar.
En Europa contamos desde hace 30 años con la mayor red coordinada de espacios naturales protegidos del mundo, la Red Natura 2000. Su nacimiento se remonta a 1992, siendo construida sobre la base de dos grandes piedras angulares: la Directiva Hábitats y la Directiva Aves, que conforman el principal marco legislativo sobre conservación de Europa. La Red Natura 2000 tiene dos figuras de protección principales: las Zonas de Especial Conservación (ZEC), que son definidas por la Directiva Hábitats y las Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA), definidas en la Directiva Aves. También existe la figura temporal de protección denominada LIC, Lugar de Importancia Comunitaria, y que sirve para designar todas aquellas áreas importantes para la conservación que se convertirán en ZECs, de modo que se impida el deterioro mientras se realiza su designación y se desarrollan los diversos mecanismos de gestión.
Actualmente, la red Natura 2000 cuenta con algo más de 27.000 áreas protegidas distribuidas por 27 países, abarcando casi el 18% de la superficie de Europa y casi el 10% de su superficie marina. Uno datos absolutamente impresionantes. De hecho, un informe de la Comisión Europea, allá por 2013, cifró los beneficios directos anuales de la red Natura 2000 en su conjunto entre 223 y 314 mil millones de euros, basándose en estudios que analizaban el valor por hectárea de distintas áreas protegidas y escalándolo a la extensión total de la red.
En España, toda esta legislación europea se ha adaptado a la nuestra mediante la ley 42/2007 del Patrimonio Natural y la Biodiversidad, que es la que sirve de marco jurídico para establecer nuestras aportaciones a Red Natura 2000.
El territorio español alberga 118 hábitats y 263 especies recogidos en la Directiva Hábitats y 125 especies que aparecen en la Directiva Aves. Esto ha llevado a la declaración de 1468 LICs y 658 ZEPAs en nuestro país, que cubren un 27,35% de la superficie española.
Todo esto conlleva la formación de una extensísima red de espacios naturales protegidos a nivel europeo que articula, coordina y refuerza las políticas de conservación supraestatales, asegurando la conservación de las especies y sus hábitats y, por tanto, garantizando ese capital natural del que te hablaba un poco más arriba.
Además, con la declaración de un espacio protegido no sólo se está protegiendo los ecosistemas, los hábitats, las especies y sus relaciones entre ellos presentes en un área determinada, sino que también se están salvaguardando las condiciones que han permitido que dicho ecosistema permanezca en buen estado de conservación. ¿Qué implicaciones tiene esto? Que no sólo se va a preservar el componente natural, sino también ese componente etnográfico de la relación hombre-naturaleza que ha desembocado en la situación actual a proteger. Es decir, que según la zona, se mantendrá y potenciará la cultura local, las costumbres, el folclore, los usos del suelo, todo ese paisaje humano y cultural irremplazable que siempre acompaña y modela a cualquier entorno natural, por salvaje que éste sea.
Por todo esto, resulta fundamental mantener una red de espacios naturales protegidos, que no sólo permita preservar aquellas especies y hábitats de interés, sino que, a modo de paraguas, están ayudando a preservar toda la biodiversidad en su conjunto. Y, además, lo logra de una forma ordenada, coordenada y articulada, lo que permite establecer mejores políticas de conservación.
La biodiversidad es nuestro mayor tesoro, nuestro mejor recurso y una fuente inagotable de beneficios. Es nuestro deber protegerlo, tanto a nivel personal como gubernamental. Por ti, por mí, por nuestros hijos. El futuro de todos nosotros depende de ello.
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