Hace unos días volvieron a emitir en Documentos TV el reportaje «Una dieta de desechos», donde se hablaba del compost y del daño que hace éste al medio ambiente. Mi mamá, que durante toda su vida le echa pequeñas cantidades de café a las plantas, cáscara de huevo y demás residuos orgánicos para que crezcan bien, estaba horrorizada. ¿De verdad es tan malo el compost? La salud de las plantas demuestra que no, pero el reportaje hablaba de enfermedades, muertos en Canadá y Estados Unidos, tierras de labor arruinadas por los contaminantes… Y como digo, mi mamá, antes de empezar a limpiar frenéticamente sus macetas, se giró y me preguntó «Entonces, ¿ya no le echo cosas a las plantas?».
No, no se trata de eso. El compost, dependiende de su origen, puede contener altos niveles de metales pesados, tendrá siempre bacterias, tendrá carbono y nitrógeno necesario para el crecimiento de la flora. Desde luego, el compost de producción casera no tiene nada de contaminante y mucho de beneficioso.
Sin embargo, el reportaje estaba hablando del compost gris (o biorresiduo estabilizado, preferiblemente, a pesar de que el Libro Verde sobre la gestión de los biorresiduos en la Unión Europea considere como «biorresiduo» solo los residuos biodegradables de jardines y parques, residuos alimenticios y de cocina procedentes de hogares, restaurantes, servicios de restauración colectiva y establecimientos de consumo al por menor, y residuos comparables procedentes de plantas de transformación de alimentos). Es decir, del que se hace tanto con RSU como con lodos de depuradoras.
Sabemos que los desechos de nuestras casas e industrias pueden ser tirados a la basura, convirtiéndose en RSU o RSI, o vertidos a las alcantarillas. Estas aguas negras idealmente terminan en una depuradora, donde se somete a una serie de tratamientos para liberarla de la carga contaminante. A lo largo de estos tratamientos se producen fangos o lodos, que no son más que la concentración de los residuos que llevaba el agua y que no pudieron ser digeridos. Dependiendo del origen de estas aguas, y debido a la concentración de compuestos que se produce en estos lodos, los niveles de contaminantes pueden ser más o menos altos: metales pesados, antibióticos, productos químicos, altas concentraciones de fósforo y demás.
El compost doméstico es un fertilizante natural, utilizado desde siempre para abonar campos (o macetas, claro). Sin embargo, los biorresiduos estabilizados tienen el uso limitado a vertederos o a áreas degradadas, no para abonar los campos de cultivo.
Tal vez faltó matizar un poco este aspecto en el documental.
A veces resulta imprescindible ponerse en la piel del destinatario y utilizar un lenguaje sencillo y claro para explicar lo que en otro entorno podría parecer evidente.
Buen post, Lucía.
Muy bueno y necesario.
Si la materia orgánica biodegradable supone cerca del 40% en peso de los residuos sólidos urbanos hay que reflexionar sobre cómo gestionarla de una manera adecuada y formar a la población para que pueda participar correctamente en dicha gestión.
Cuando vi el otro día el documental también me llamó mucho la atención y pensé en escribir una entrada en el blog que finalmente, UNED mediante, fui postergando.
Me pareció muy interesante, aunque requiriese de matices como los que aportas en el artículo, Lucía. Obviamente el documental contaba una realidad que se está dando en Francia, pero no estaría de más con este tipo de programas que en torno a ellos se realizase un debate entre expertos y ciudadanos al terminar la proyección. Algo así como un vídeo forum televisado.
En resumen y finalizando, muy buena entrada. :)
Saludos.