Desde que en 1987 se acuñara el término de desarrollo sostenible a la actualidad, ha llovido mucho en cuanto a la evolución que han ido experimentado las empresas en su gestión. Han ido integrando sus políticas de responsabilidad social corporativa, y muchas de ellas, se han animado a comunicar a su público los resultados de su comportamiento a través de la publicación de memorias de sostenibilidad.
Informes públicos por los que un cliente actual o potencial, y otras personas interesadas, pueden conocer con mayor detalle datos sobre el comportamiento de la empresa; relacionados tanto con sus variables económicas, sociales y medioambientales. Y que por cierto, es obligatorio para determinadas empresas por su tamaño, volumen de facturación y otros. Los famosos Informes de Información No Financiera.
Son cada vez más las empresas – y también las que ya estaban publicando sus memorias de sostenibilidad – que están apostando por llevar a la práctica políticas privadas y medidas que pretenden contribuir a los Objetivos de Desarrollo Sostenible. E incluso muchas de ellas, que ya lo vienen haciendo hará un par de años, en sus memorias de sostenibilidad, al referirse a su contexto de sostenibilidad, ya están compartiendo los avances que han logrado alineados con las metas de la Agenda 2030.
Teniendo esto en cuenta, ¿por qué a una empresa podría interesarle poner en marcha un plan de acción ODS?
- Para ahorrar costes: invertir en acciones relacionadas, por ejemplo, con el ODS 6 de Agua limpia y saneamiento y el ODS 7 de energía asequible y sostenible puede incidir en el logro de ahorros relacionados con la factura del agua y de la luz; en este último caso, además, contribuyendo a mitigar el cambio climático por una disminución de la huella de carbono de la empresa (ODS 13).
- Para evitar multas y adelantarse a la normativa: la continua actualización del modo de hacer de una empresa y el abordaje de sus acciones considerando los Objetivos de Desarrollo Sostenible, le permite estar al día en todas las materias, evitando multas que pudieran surgir por desconocimiento o dejadez. Además, la innovación asociada a la puesta en marcha de acciones alineadas con los ODS les permite adelantarse a una normativa que, por otro lado, está igualmente en continua actualización. En los últimos años, se observa una continua generación de estrategias y normativas relacionadas con la sostenibilidad y los mercados se están inclinando en mayor medida, por aquellas empresas que consideran sus actuaciones ambientales y sociales, además de la cuenta de resultados económica.
- Para acceder a nuevos mercados: existen una serie de nuevos mercados que suponen una oportunidad. Entre ellos, la economía circular, las energías renovables, la economía ecológica, las tecnologías innovadoras, los entornos diversos e inclusivos, etc. Las empresas que mejor integren la sostenibilidad tendrán una adaptación más ágil y sencilla a los mercados sostenibles.
- Para mejorar su reputación corporativa y fidelizar a sus clientes por aumentar la confianza en la marca: desde que el consumidor/a pasó a ser prosumidor/a – consume un producto/servicio y luego produce información en redes sobre su experiencia de consumo – la reputación corporativa de las empresas ha entrado en juego. ¿Qué empresa se arriesga a “tirar por tierra” toda su trayectoria ante una situación de crisis puntual que puede engrandecerse e impactar gravemente considerando la viralidad que tienen hoy las redes sociales? Aquellas empresas que apuesten por la integración de la sostenibilidad, sin duda, se verán beneficiadas en cuanto a la mejora de su reputación e imagen. Sin embargo, no debería apostarse por la sostenibilidad sólo “de cara a la galería” – “lavado verde de imagen o greenwashing” – sino que efectivamente, esta apuesta debería surgir del corazón de la empresa y formar parte de su ADN. La confianza en esas empresas será una consecuencia de su verdadero buen hacer.
- Aumentar posibilidades de acceder a contratos con el sector público: La Ley 9/2017, de 8 de noviembre, de Contratos del Sector Público, ya incluye aspectos medioambientales y sociales entre los criterios para la adjudicación de contratos a empresas con la administración pública.
- Aumentar las posibilidades de generar alianzas con otros actores relevantes como pueden ser grandes empresas que evalúan a sus proveedores: se observa que las grandes empresas están apostando desde hace más tiempo y de una manera firme por la sostenibilidad. Por este motivo, suelen evaluar a sus proveedores – que son considerados como uno de sus grupos de interés que incluyen en el éxito de su actividad – y escoger a aquellos que estén mejor alineados con los criterios que recoge la Agenda 2030.
Así, un plan de acción ODS empresarial bien diseñado debe considerar el propósito de la empresa – visión, misión y valores -, dar respuesta a las necesidades y expectativas de los grupos de interés de la empresa, considerar su contexto de sostenibilidad, influir en la minimización del impacto negativo que los procesos que estén teniendo lugar dentro de la empresa puedan estar generando y potenciar el impacto positivo, escoger acciones que efectivamente contribuyan a las metas concretas de la Agenda 2030, priorizar acciones que impacten en los aspectos materiales de la empresa, medir los avances, integrar las alianzas y entrar en procesos de control, seguimiento y mejora continua.
«Si el propósito y los atributos de la empresa son el SER y los servicios que presta, el HACER, la comunicación de resultados es el PARECER.
No se puede PARECER BUENO si no se ES BUENO y si no se HACE EL BIEN».
Paz Hernández Pacheco, ambientóloga especializada en desarrollo sostenible, es docente en el ISM del curso Diseño de planes de acción ODS para las empresas, en el que, si te interesa todo lo comentado en este post, aprenderás, entre otras cosas, a identificar y conocer las medidas/acciones medioambientales, sociales y económicas que una empresa puede poner en marcha para contribuir a las metas de la Agenda 2030 y medir sus avances y diseñar y poner en marcha un plan de acción ODS en empresas.
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