La supervivencia de los aborígenes australianos durante siglos se ha basado en conocer la ubicación en el territorio de los pozos de agua. Esta información se transmitía de generación en generación a través de canciones en cuyas letras se triangulaban su ubicación gracias a los hitos de referencia espacial existentes en el territorio.
Estas canciones fueron compuestas por sus antepasados totémicos, que a su paso por la Tierra, con su canto crearon cada elemento del paisaje, de tal forma que cada aborigen cuando canta las estrofas de su antepasado recrea la creación. Se trata por tanto de mapas simbólicos y al mismo tiempo de un medio de orientación: el territorio se transforma en un espacio informado, tejido de huellas musicales.
En los años 70 del siglo pasado se proyectaron 500 kilómetros de ferrocarril sin respetar las miles de canciones que atravesaba, modificando el paisaje a su paso. Los aborígenes protestaron y gracias al apoyo de personas llegadas de todo el mundo se respetaron en la medida de lo posible los hitos cantados.
Actualmente en las canciones se ha introducido el ferrocarril, ya que para la cosmogonía aborigen, todo lo que existe y existirá se encuentra bajo la corteza terrestre, esperando a despertarse cuando llegue su momento…
Sirva este ejemplo para reflexionar sobre el paisaje como Palimpsesto (Manuscrito antiguo que conserva huellas de una escritura anterior borrada artificialmente. Fuente: www.rae.es)
- A escala territorial puede considerarse como un texto en el que cada sociedad borró parte del texto precedente para reemplazarlo con su propio texto. En algunos lugares el reemplazo fue total y en otros se enriqueció con el precedente construyéndose sobre lo construido.
- A escala individual es nuestra memoria territorial la que se transforma en el palimpsesto, cada uno de nosotros puede atravesar transversalmente los territorios que hemos habitado y habitamos diariamente gracias a nuestra memoria, transformándose el tiempo en un vector en el que cambiamos su sentido a nuestra voluntad.
La consideración del paisaje como palimpsesto desde esta óptica debe de comprometernos como profesionales en dos sentidos:
- Debemos de vehicular los procesos de participación pública en toda transformación espacial, de forma transparente y eficaz: No se pueden considerar como un mero trámite.
- Debemos de analizar la dinámica territorial del paisaje en el que intervengamos para identificar cuáles son sus tensiones territoriales, los textos que se han respetado generación tras generación, aquellos que han sido borrados y transformados siempre de forma insistente. Aunque nunca hayamos habitado ese territorio tenemos que aprender a viajar sobre el vector tiempo en cualquier dirección para ser capaces de proyectar ese territorio al futuro.
El paisaje es para quien lo habita y nosotros como profesionales debemos de conocer en toda su profundidad el tejido musical que posee cada paisaje antes de intervenir en él.
Sugiero el siguiente enlace para que os informéis sobre el conflicto existente entre los aborígenes y los turistas que escalan la roca. Como novela os recomiendo “Los Trazos de la Canción”. Bruce Chatwin (1987)
Me ha encantado el post Susana. Y estoy totalmente de acuerdo con lo que dices. Escuchar y preguntar incluso cuando creemos saber las respuestas, que siempre se lleva uno sorpresas, en la única forma de entrar en todos los niveles del territorio. Sólo con la confianza de la gente que lo ocupa podremos trabajar en profundidad y eso requiere sentarse a hablar aunque no nos gusten las respuestas.
Y pos si fuera poco el libro de Chatwin me encantó cuando lo leí hace años.
Muchísimas gracias Rubén.
Hay mucho trabajo por hacer, creo que todos debemos de reeducar nuestros oidos… escuchar no sólo a las personas si no al territorio.
Me alegra que además compartamos gustos literarios similares, Bruce Chatwin es uno de mis escritores favoritos, la pena es que se muriera tan joven.
Interesante artículo. Semejante a todas las culturas, sobre todo pastoriles, es la marcación (agrimensura primitiva) del territorio por hitos, piedras, barrones o menhires, que cosían el territorio y simbolizaban un tótem, un omphalos, donde orientarse para retomar un ritual de búsqueda, una capitulación, un ritual de paso, etc. España mismo es un ejemplo de lo que digo. Los cruceros, barrones, cipotes, peirones, etc que en su día sustituyeron a esos «menhires», se sitúan a lo largo de las principales vías ganaderas trashumantes, cabañeras, desde donde localizaban otros fenómenos y elementos naturales como el agua subterránea, sal mineral, otros pastos…
Gracias Paco, por tu aporte tan interesante. En próximos post analizaré la concepción paisajística que ha desarrollado la tradición nómada y va en la línea de estas reflexiones que estamos señalando.