Hace un mes, decidí introducir en las clases que imparto en la Universidad el término Decrecimiento como posible “5ª fase ecológica” que podría dar continuidad y sustituir al presente modelo de desarrollo sostenible. Sorprendentemente, y al igual que le sucedió a Paco Fernández Buey, Catedrático de Filosofía del Derecho, Moral y Política de la Universidad Pompeu Fabra (Barcelona), el concepto de decrecimiento era desconocido por un número considerable de alumnos, los cuales mostraron un especial interés sobre el mismo. Es por ello que me decido a exponer alguna de las ideas fundamentales basándome en las reflexiones de Carlos Taibo Profesor Titular de Ciencia Política y de la Administración de la UAM y de Serge LaTouche Profesor emérito de Economía en la Universidad París–Sud (Orsay).
El crecimiento económico se traduce entre otros, en agresiones ambientales literalmente irreversibles, facilita el agotamiento de recursos que no estarán a disposición de las generaciones venideras y se vincula al expolio de recursos humanos y materiales de los países pobres, facilitando el asentamiento de un modo de vida “esclavo”, en virtud del cual tendemos a pensar que seremos más felices cuantas más horas trabajemos, más dinero ganemos y más bienes lleguemos a consumir.
El decrecimiento sostenible es la última manifestación de las antiguas propuestas del ecologismo radical y nace de una crítica al discurso dominante del crecimiento económico ilimitado en nuestras sociedades capitalistas.
En este sentido, este modelo se opone al de “desarrollo sostenible”, el cual aboga por un crecimiento ilimitado del planeta en base a un mayor consumo de los recursos en términos absolutos y a un desbordamiento de los sumideros, debido a sus impactos ambientales. Todos los estudios relativos a la huella ecológica indican que hemos dejado atrás las posibilidades medioambientales y de recursos que la tierra nos ofrece, reduciendo los recursos que estarán disponibles para las generaciones venideras.
Aunque pueda parecer un término utópico, problemático y contrapuesto al discurso imperante, el objetivo que persigue el decrecimiento, no es el de empobrecerse o dar pasos atrás. Se trata de provocar un debate sobre la necesidad de reducir los niveles de producción y consumo de materia y energía en el mundo opulento actual para alcanzar un bienestar humano; vivir mejor y vivir todos, en función de necesidades reales y no de caprichos.
Todo ello implicaría un cambio radical y supondría una reorganización de las “reglas del juego”, en lo que respecta a la organización social y económica existente y en las formas de producir, consumir y vivir, destacando:
– La primacía de la vida social frente a la lógica de la producción, consumo y competitividad, reivindicando el desarrollo de sectores económicos que tienen que ver con el respeto del medio natural y con las atención de las necesidades sociales insatisfechas
– El ocio creativo frente a aquellas formas de ocio mercantilizadas vinculadas al dinero
– El reparto del trabajo, dedicando menos horas al mismo, para disponer así de mayor tiempo libre y de este modo reducir los niveles de consumo
– La necesidad de reducir el tamaño de muchas infraestructuras productivas, administrativas y de transporte
– La recuperación de la vida local frente a lo global, en un escenario de recuperación paralela de la autogestión y democracia directa
– La sencillez, austeridad y sobriedad voluntarias y la contención de los consumos y la cooperación
A medida que voy indagando más sobre esta corriente, soy consciente de que su fundamento es más que respetable y los retos que se plantean, podrían ser más que viables, si se asumen poco a poco por la mayoría social, a través de movimientos de sensibilización ciudadana y de una reflexión personal que nos haga hacer frente a la sinrazón del actual sistema.
Queda mucho por hacer.
Después de leer el post, he de decir que me he estado informando del tema, y me he quedado absolutamente fascinado por las ideas que se desarrollan. Le he dado muchas vueltas, pensando en que es algo utópico porque los humanos somos comos somos -depredadores-…pero es que después de mucho razonarlo, es la única salida que le queda al planeta. Es de una lógica aplastante. Gracias Ana…se puede decir..que me «has abierto los ojos»
Me alegro Morgoth de que el post te haya servido para recapacitar y aprender algo. Yo continúo formándome sobre el tema.
Te recomiendo que busques las conferencias de Carlos Taebo en youtube. Magnífico orador.
Te adjunto igualmente dos de las parábolas que este autor emplea:
1. Nos asemejamos a un barco que se mueve a 23 nudos, camino de un acantilado contra el que vamos a chocar si no modificamos el rumbo. En los últimos años y gracias al Protocolo de Kyoto, se ha logrado «reducir la velocidad del barco» a 21 nudos. Si el pronóstico inicial indicaba que nos íbamos a topar con el acantilado al cabo de 50 días, hoy sabemos que tardaremos 53. EL RUMBO AÚN NO SE HA MODIFICADO.
2. ¿Por qué murió tanta gente en el Titanic? Porque los botes salvavidas no podían acoger a tantos pasajeros como se encontraban en el buque. El remedio hubiera sido el haber desmantelado los camarotes de lujo y con su madera construir nuevos botes salvavidas….
Muy buena entrada Ana.
Ciertamente resulta increíble el discurso en los medios tratando de marcarnos el objetivo de recuperar la senda de un crecimiento que, por muchos motivos, ni es deseable ni podrá volver a repetirse. Parece que la sostenibilidad es consumir cada vez más productos y servicios pintados de verde.
Espero que todavía estemos a tiempo, como dices en el ejemplo, de cambiar el rumbo.
Muy interesante Ana. Me inicié en esto del decrecimiento de la mano de Carlos Taibo con su libro «El decrecimiento explicado con sencillez». Unas pocas páginas llenas de sentido común y de evidencias. Sin emabargo me temo que la corriente mayoritaria está muy alejada de esos conceptos.
Efectivamente queda mucho por hacer, pero yo creo que no tenemos otra alternativa.
Muchas Gracias y estoy de acuerdo contigo E. Panizo.