Una parte de la sostenibilidad que reclama la sociedad pasa porque el desarrollo de infraestructuras esenciales como carreteras, líneas de ferrocarril, proyectos energéticos o edificaciones de distinta naturaleza, implique el menor impacto posible sobre el medio ambiente. Para ello es necesario conocer con detalle cuales son las afecciones que provocan sobre los ecosistemas y sus elementos.
Uno de los impactos más comunes y evidentes es la mortalidad de fauna. Sin embargo, se trata de una afección difícil de concretar con precisión, y que requiere de técnicas de análisis que van más allá del mero registro de incidencias. Esto es debido a que la mortalidad real no presenta una relación directa con la efectivamente observada. Es decir, los eventos de mortalidad observados y asociados a la propia infraestructura no son todos lo que se producen, por lo que ceñirse a estos cálculos infravalora el impacto.
El motivo es que la detección de cadáveres o restos de fauna por parte de los buscadores (normalmente humanos, pero también perros adiestrados) se ve condicionada por factores externos que introducen sesgos significativos. Así, se consideran tres fuentes principales de error:1) la cobertura parcial de la zona de estudio, 2) la desaparición de cadáveres y restos antes de ser detectados, y 3) que no se registre la incidencia estando presente. Pero no solo.También hay que tener en cuenta que la capacidad de detección de los buscadores puede variar en función de las características de la vegetación, la accesibilidad del terreno, las condiciones climatológicas, sus propias capacidades o el tipo y tamaño de la especie.
Las influencias son múltiples y suponen sesgos importantes en los cálculos, por lo que es fundamental corregirlos a posteriori. Para ello, se han desarrollado herramientas matemáticas que permiten acercar lo observado sobre el terreno a la realidad, y controlar, al menos en parte, las desviaciones asociadas. Existen varios modelos probabilísticos que, sin bien aún son parciales y poco generalizables, coinciden en cuáles son las principales variables de influencia que siempre deben monitorizarse: la permanencia de los restos y la eficacia de detección de los buscadores.
Cada una de ellas es propia de cada proyecto, ubicación y tipo de buscador. Por tanto, es indispensable que los estudios sobre la mortalidad no natural asociada a una infraestructura, cuenten con mecanismos de control de estos sesgos, estandarizados, fiables y adaptados a las necesidades concretas de cada situación, que permitan un acercamiento más realista al impacto que generan.
Paras terminar os dejo algo de bibliografía sobre el tema:
Estimating wind turbine-caused bird mortality.
Jon Domínguez Del Valle, consultor en biodiversidad e impacto ambiental, es docente del curso del ISM Evaluación y Seguimiento del Impacto de los Parques Eólicos sobre la Fauna. Si estáis interesados en conocer y profundizar sobre las técnicas e estimación de la mortalidad de fauna en infraestructuras, no os perdáis la próxima edición del curso. Os esperamos.
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