El pasado lunes fui invitada a participar en el taller sobre Turismo Sostenible que se celebraba en el hotel Meliá Tamarindos de Gran Canaria. Este taller se englobaba dentro del proyecto Canarias4life, que se pone en marcha en el marco del Encuentro Mundial en las Estrellas (EME) y cuyo objetivo era conocer los esfuerzos que están llevando a cabo las cadenas hoteleras en su transición hacia un turismo cada vez más responsable y comprometido con el entorno, desde el prisma social, económico y medioambiental.
En el taller, a través de la visión de profesionales del sector del turismo, se expusieron casos y experiencias en hoteles en materia de ahorro y eficiencia energética, uso racional de los recursos y hábitos y patrones de consumo de los turistas que nos mostraron cómo se pueden ir aplicando distintas iniciativas de sostenibilidad en los negocios turísticos.
Integrar la sostenibilidad a priori no parece tarea sencilla, pero si tenemos en cuenta qué supone y qué implica este concepto, nos daremos cuenta de que siempre es posible implementar pequeñas actuaciones sostenibles en la rutina y funcionamiento de cualquier negocio turístico.
En grandes cadenas hoteleras el gasto en energía es habitualmente el tercero dentro del presupuesto mensual, de modo que lo habitual es que las primeras medidas que se planteen en estos edificios estén encaminadas a la reducción del gasto energético sin que estos cambios repercutan negativamente para los clientes. Por ejemplo, la sustitución de las luminarias por bombillas LED, la colocación de sensores de presencia, o medidas de gestión y hábitos en la climatización han hecho que en este hotel que visitamos el consumo energético se redujera un 35%, de 1400kW a 900kW. En este caso se trata de una serie de medidas que requieren una inversión inicial reducida, pero que proporcionan grandes rendimientos en un corto período de tiempo. Otras iniciativas más complejas y que necesitan una mayor inversión pueden ser las sustituciones de las calderas o los dispositivos de ahorro de caudales de agua y aquellas que tienen que ver con la propia arquitectura del edificio: aislamiento de paredes y ventanas, una mejor utilización de la luz natural o cambios en la fachada.
El cambio de hábitos es otro aspecto sobre el que actuar fácilmente y que ofrece unos grandes resultados. Por eso, la formación y reeducación del equipo humano que trabaja en los hoteles es fundamental, al igual que es primordial dar a conocer y comunicar todas las acciones que se están llevando a cabo para conseguir un mayor compromiso por parte de los proveedores y clientes.
De lo que se trata es de integrar la sostenibilidad en el día a día del hotel y si se hace implicando a una clientela, cada vez más concienciada, con propuestas novedosas o llamativas el impacto en la sociedad, el medio ambiente y la economía será mayor. Claros ejemplos de esto son las iniciativas relacionadas con el cambio de sábanas y toallas en las que se responsabiliza al cliente indicándole el ahorro en consumo de agua y emisiones, o como la del hotel Crowne Plaza Copenhagen Towers, uno de los más sostenibles del mundo, en cuyo gimnasio los clientes pueden generar electricidad a la vez que usan bicicletas estáticas, y por cada 10 vatios producidos se premia al cliente con una cena.
Queda claro que la sostenibilidad se ha convertido en un aspecto indispensable a tener en cuenta dentro del sector turístico. Además, puesto que el 90% de los viajeros elige un hotel sostenible y el 34% está dispuesto a pagar por alojarse en estos establecimientos (fuente: Global Sustainable Tourism Council y el Instituto Tecnológico Hotelero) incorporar criterios de sostenibilidad es ya, no tanto una novedad o moda, sino una necesidad.
¿Y tú, cuando viajas lo haces teniendo en cuenta criterios de sostenibilidad?
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