En la actual crisis sanitaria, social y ambiental que vivimos, en la que todo está relacionado, es prioritario volver nuestra vista a la naturaleza. Hacer de la escuela un entorno más seguro, amigable y, sobre todo, enriquecedor está en nuestra mano. Multitud de investigaciones y ejemplos exitosos en distintos países, están demostrando que abrir la escuela al entorno, no solo es necesario, sino que es una de las mejores estrategias que podemos encontrar para niños, niñas y docentes, para asegurar la salud ambiental escolar. Convertir esta crisis en una oportunidad está en nuestra mano.
Los enormes beneficios de la educación en la naturaleza y la idoneidad de utilizar espacios exteriores como medida de seguridad, es una cuestión incontestable. El hecho de abrir la escuela al entorno, por cuestiones de salud, no es nuevo, ya a principios de siglo, fue la salubridad, una de las razones que impulsaron las primeras escuelas en la naturaleza, precursora de las modernas escuelas en la naturaleza.
Incluir la naturaleza, en el sistema educativo formal, forma parte de nuestra historia educativa. Recuperar esta práctica y reforzarla es la tarea que, desde multitud de colectivos e iniciativas se plantean, y no solo por esta pandemia, sino desde el convencimiento, de que el contacto con la naturaleza, con el entorno más cercano, es prioritario.
Todo ello está avalado por multitud de investigaciones, que corroboran que la naturaleza, el aire libre, es fundamental para la salud, el bienestar, el desarrollo personal y el aprendizaje. Sin olvidar que es una de las principales estrategias para favorecer el desarrollo de actitudes y comportamientos proambientales. De todo ello, hablamos en los anteriores post: Darnos cuenta de lo importante cuando lo perdemos: Déficit de naturaleza, ¿una oportunidad para la educación ambiental? y Déficit de Naturaleza: Algunas críticas y bastantes logros.
Tenemos argumentos y razones más que suficientes para que el contacto con la naturaleza sea una prioridad en la escuela. Lo sabemos, pero tenemos que actuar. ¿Y si esta fuera la gran oportunidad para cambiar? Para hacer realidad una escuela al aire libre, a cielo abierto, más en contacto con su entorno, saludable, segura, gratificante, estimulante, enriquecedora…
Efectivamente, así lo piensan iniciativas que llevan mucho tiempo trabajando y que ahora han dado un paso al frente, aportando soluciones y herramientas frente a la pandemia, basadas en el contacto con la naturaleza en la escuela. Cada iniciativa, desde su ámbito hace valiosas aportaciones. No es posible mencionarlas todas, pero me gustaría destacar algunas, que pueden serviros de referencia o a las que os podéis sumar.
El Comité de Salud Medioambiental de la Asociación Española de Pediatría, dentro de su línea de trabajo de Salud Medioambiental Escolar, ha elaborado una serie de recomendaciones, “15 claves para abrir la escuela más tranquilos”, y crear centros educativos resilientes a la pandemia, asegurando la salud de la comunidad escolar. Como medida destacada, insta a “enfocar hacia la naturaleza y el uso de espacios abiertos (aire libre) las actividades que tienen menor riesgo de transmisión de Covid-19”.
La Federación de Educación en la Naturaleza (EdNa), con una amplísima experiencia de educación al aire libre, agrupando al 90% de las escuelas en la naturaleza en España, ha desarrollado un protocolo orientativo, “Protocolos y medidas actuación para el desarrollo de la actividad educativa en la naturaleza ante la Covid-19”, que es aplicable tanto a escuelas en la naturaleza como a centros educativos convencionales que quieran desarrollar actividades al aire libre.
Por su parte, la Red Estatal de Educación Física en la Naturaleza (REEFNAT), ha lanzado un manifiesto “Por una educación activa al aire libre”, en el que hace una llamada a favor de la educación activa y al aire libre, con el objeto de compensar la educación confinada, digitalizada y sedentaria.
La Asociación Patios Habitables, que agrupa a personas provenientes de muy diversos ámbitos, profesionales, vecinales y/o culturales, trabaja con las comunidades educativas en la transformación de patios, entornos educativos y otros espacios al aire libre. Apoyado en la amplia trayectoria de sus promotoras, como El safareig, aporta su gran experiencia y conocimiento, a la situación actual, con las recomendaciones de Patios Habitables en tiempo de pandemia.
También las familias, como parte fundamental de la comunidad escolar, a través de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnado (CEAPA), dentro de su iniciativa Entornos Escolares Seguros y Saludables, han lanzado la campaña la Revuelta sostenible al cole, al objeto de reforzar el desplazamiento activo, haciéndolo más saludable y sostenible.
Desde el sector de la Educación Ambiental, se ha constituido la Red de Equipamientos de Educación Ambiental (RED EqEDAM), surgida desde el Seminario permanente de Equipamientos de Educación Ambiental. Desde esta red está impulsando el desarrollo de actividades de forma conjunta entre el profesorado y los educadores y educadoras ambientales y han puesto en marcha un Programa piloto de apoyo al sistema educativo, para ayudar a generar nuevos escenarios de aprendizaje desde la educación ambiental.
Por nuestra parte, desde La Traviesa Ediciones, considerando este momento como crucial, hemos lanzado una campaña de crowdfunding para hacer realidad La Escuela a Cielo Abierto, a la que os invito a sumaros, por supuesto. Este manual será una excelente herramienta práctica para que cualquier docente pueda impartir al aire libre todas las disciplinas del currículo escolar.
Además, hay muchísimas iniciativas anónimas, que no salen en redes, que no tienen repercusión más allá de su centro, su clase, su alumnado, o sus familias; pero que son fundamentales para cambiar la realidad, haciendo verdad aquello de “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”. Desde aquí, mi admiración y reconocimiento a tantos y tantas docentes, que de manera valiente y a pesar de todas las dificultades, están brindando un soplo de aire fresco (literalmente) a su alumnado.
Evidentemente, sería fundamental, que, al lado de la comunidad educativa, docentes, familias y niños y niñas, se colocaran las administraciones educativas, apoyando no solo con recursos (que, dicho sea de paso, en muchas ocasiones, estas opciones son más económicas y eficaces que otras soluciones), sino, también, con seguridad jurídica, para quienes dan el paso al frente.
La unión de pediatras, docentes, acompañantes de escuelas en la naturaleza, educadores y educadoras ambientales, es fundamental. En estos tiempos, tan llenos de incertidumbre, es esperanzador ver cómo las llamadas para abrir la escuela al entorno se multiplican y cómo se hace posible esta nueva escuela a cielo abierto, “destechada”, que hoy, nos hace más falta que nunca. Ojalá, entre todas las iniciativas que estamos intentando aportar, cada una desde nuestros distintos ámbitos, para hacerla realidad, consigamos que sea la mayoritaria.
Para finalizar, me gustaría acabar deseando mucha salud y mucha naturaleza para la escuela, con la gran reflexión que nos hacía Rosa Sensat a principios del siglo XX:
«La Naturaleza es el ambiente más adecuado a la normal evolución del niño, asegurando el derecho que éste tiene al aire puro, a la luz del sol, al agua, al ejercicio físico y a la libertad y la alegría».
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