El plazo para los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) llega a su fin, y se se está recurriendo a la Agenda de Desarrollo Post-2015. El enfoque sobre el agua potable y el saneamiento no prestó la debida atención a los productos finales de la provisión de agua y saneamiento (es decir, aguas residuales) y esto puede haber contribuido a empeorar algunos de los problemas de calidad del agua que se ven en todo el mundo.
Cada vez más se reconoce que los problemas de la gestión de aguas residuales y la calidad del agua tienen relación con una serie de otras cuestiones relacionadas o no con el agua. También se ha reconocido que la gestión de las aguas residuales desempeña claramente un papel en el logro de la seguridad futura de agua en un mundo donde el estrés hídroco aumentará (OCDE, 2012).
En este contexto, existe un consenso sobre la necesidad de una meta de agua dedicada en la Agenda de Desarrollo Post-2015, una que incluya el reconocimiento explícito de la importancia de una buena gestión de aguas residuales y su contribución a la protección de la calidad del agua.