Las comunidades urbanas y rurales no viven aisladas unas de otras. El flujo de personas, bienes, servicios y transporte, por ejemplo, no va en una sola dirección. De hecho, existe un movimiento circular repetido y recíproco a través del continuo urbano-rural que conecta estas áreas y genera una sinergia mayor que la suma de las partes, y que contribuye a crear territorios y regiones funcionales e integradas.
Estos Principios Rectores pueden ayudar a configurar estrategias, políticas y planes de desarrollo urbano y territorial sostenible que incluyan las perspectivas y la participación de las personas cuyas vidas se vean más afectadas. Estos principios se hacen aplicables a través de un Marco de Acción complementario que se basa en políticas y prácticas concretas y que contiene sugerencias prácticas que pueden adaptarse a diversos contextos.
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