La clasificación de un residuo como peligroso o no peligroso tiene importantes consecuencias para su gestión. En primer lugar en cuanto a su etiquetado y almacenamiento, pero también para su transporte y tratamiento, dado que es necesario tomar mayores precauciones que eviten riesgos para la salud y el medio ambiente. Esta clasificación de peligrosidad también afecta a la tramitación administrativa del traslado de los residuos, que viene regulada por el Real Decreto 180/2015 y por otros aspectos legales especificados por la Ley 22/2011 de residuos y suelos contaminados.
El documento facilita un procedimiento para determinar si un residuo es peligroso o no peligroso y el epígrafe de la Lista Europea de Residuos (LER) en el que podría clasificarse, conocido como código LER. Este procedimiento relaciona toda la legislación europea aplicable y puede afectar a la clasificación de los residuos, como es la Directiva 2008/98/CE sobre los residuos, la lista europea de residuos aprobada por la Decisión 2014/955/UE, el Reglamento 850/2004 sobre contaminantes orgánicos persistentes -POPs-, los Reglamentos REACH y CLP, la Directiva 1999/31/CE sobre vertederos y la Directiva 2012/18/UE sobre control de riesgos inherentes a accidentes graves por sustancias químicas –SEVESO III-.