Los retos del siglo XXI implican un cambio en la educación que nos lleva del saber ser al saber hacer en beneficio de todos. Es decir, pasar del conocimiento teórico al conocimiento acompañado de acciones (práctico) que procuren cambios de comportamiento, acorde con el mejoramiento de la calidad educativa y de vida, el ejercicio de los derechos humanos y de la naturaleza, la reducción de la pobreza y la consolidación de sociedades más democráticas.
Este Manual de Buenas Prácticas Ambientales para Instituciones Educativas es una invitación a la comunidad educativa interesada en la concienciación, aprendizaje y enseñanza de conocimientos, competencias, valores, deberes, derechos y conductas que permitan la protección y conservación del ambiente. No implican inversiones económicas mayores, pero sí gran predisposición al cambio y mucha creatividad. Las pequeñas acciones que se sugieren en este documento están planteadas para el ámbito educativo, pero con seguridad su ejercicio trascenderá los límites de las aulas y llegará a los hogares, oficinas, empresas, espacios públicos y demás, al tratarse de prácticas y valores universales que requieren de una aplicación urgente, consciente y comprometida, debido a la crisis ambiental mundial que ha puesto en riesgo el equilibrio ecológico y la supervivencia de las generaciones presentes y futuras.
Si te interesa la educación ambiental, así como los beneficios sociales y ambientales que aporta, te recomendamos el programa formativo Educador e Intérprete Ambiental que se imparte en el campus virtual del ISM.