Desde las “autopistas de los alimentos”, que nos permiten consumir alimentos de cualquier lugar del mundo, a la producción de fertilizantes usados en la agricultura o los aparatos de refrigeración de las naves industriales de cría de cerdos o pollos, la producción de alimentos es la responsable de entre el 25 y el 30% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero. Gases como el dióxido de carbono, óxidos de nitrógeno o metano son gases de efecto invernadero y al acumularse en la atmósfera impiden que se pierda calor y se regule la temperatura, produciendo el efecto invernadero
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