La necesidad del reconocimiento y conservación del patrimonio geológico y la geodiversidad radica en gran medida en que su destrucción es casi siempre irreversible y su desaparición conlleva la pérdida irrecuperable del testimonio departe de la memoria de la Tierra.
Geodiversidad y biodiversidad componen, en conjunto, la diversidad natural del planeta. Las interacciones entre ambas y con la atmósfera, vertebran las relaciones ecosistémicas de los diferentes hábitats de la Tierra.
Geodiversidad y patrimonio geológico presentan un valor intrínseco derivado de su potencial científico y didáctico y de su capacidad para la interpretación de fenómenos acaecidos en el pasado. El conocimiento que aporta facilita, en muchos casos, la comprensión de los procesos físicos actuales y la predicción de acontecimientos futuros, hecho que resulta aún más determinante en el contexto de Cambio Global que marca la perspectiva ambiental en el S. XXI.
La geodiversidad es además el soporte fundamental de los hábitats, ecosistemas y paisajes, tanto de los actuales como de los pasados, así como de los procesos dinámicos e interrelaciones naturales que en ellos se producen. El conocimiento de estos mecanismos resulta fundamental para su comprensión e interpretación, así como para la planificación y puesta en marcha de estrategias, medidas y actuaciones destinadas a la protección de los paisajes y ecosistemas.
Geodiversidad y patrimonio geológico son activos socioeconómicos para el desarrollo sostenible de las áreas rurales, del mismo modo que lo son el resto de elementos del Patrimonio Natural, como la flora, la fauna o el paisaje. Comprenden recursos que incrementan la capacidad de atracción de un determinado territorio,y que pueden ser gestionados y empleados en iniciativas dirigidas a mejorar el nivel de vida de la población que habita su entorno.