Esta quinta edición del informe Estado de Conservación de las Aves del Mundo resume lo que las aves nos indican sobre el estado de la naturaleza, las presiones a las que esta se ve sometida y las soluciones adoptadas y por adoptar. Se centra en las aves porque son un excelente barómetro de la salud del planeta. Dado que están distribuidas por todo el mundo, son relativamente fáciles de estudiar y responden ante los cambios medioambientales, las aves son indicadores útiles de la biodiversidad y revelan las tendencias generales de los ecosistemas naturales. Debido a la relevancia cultural y a la extendida popularidad de las aves, existe un ejército de observadores de aves recogiendo datos sobre ellas. BirdLife empezó a documentar el estado de las aves y las amenazas a las que se enfrentan exactamente hace 100 años. Por estos motivos, tenemos un mayor conocimiento de las aves que de cualquier otro grupo comparable de seres vivos.
Esta abundante información dibuja un panorama sumamente preocupante. Una de cada ocho especies de aves se encuentra en peligro de extinción y la situación general de las aves del mundo sigue empeorando: las especies se dirigen cada vez más rápido hacia la extinción. En cuanto a las que todavía no se consideran amenazadas, la mayoría se encuentra en declive y sus poblaciones están muy mermadas. Por ejemplo, se estima que 2900 millones de especímenes han desaparecido en América del Norte desde 1970 y 600 millones en la UE (un área de un tamaño cinco veces menor) desde 1980. Además, muchos lugares clave donde se conservan poblaciones de aves —Áreas Importantes para la Conservación de las Aves y la Biodiversidad (IBA)— se encuentran en condiciones desfavorables.
Las presiones que están causando estas pérdidas de nuestro patrimonio natural son bien conocidas y la gran mayoría se deben a la acción humana. Entre las principales amenazas se encuentran: la expansión e intensificación de la agricultura, la tala insostenible de árboles, las especies exóticas invasoras, la sobreexplotación y el cambio climático. También, las capturas incidentales en la pesca comercial suponen una amenaza, al igual que el creciente desarrollo residencial y comercial, la mayor frecuencia e intensidad de los incendios forestales y la producción energética mal planificada. La mayoría de las especies están amenazadas por estas presiones y en algunos casos, estas mismas amenazas agravan las otras.
Afortunadamente, sabemos qué medidas son necesarias para revertir estas pérdidas y ayudar a que la naturaleza se recupere. Lo más urgente es la conservación y la gestión eficaz de la red global de las IBA; en concreto, mediante áreas protegidas o, cuando corresponda, tomando otras medidas de conservación eficaces basadas en áreas. La conservación llevada a cabo por poblaciones indígenas o comunidades locales, ya sea dentro o fuera de áreas protegidas, es importante en muchos lugares. Más allá de las IBA, es fundamental mantener el resto de los hábitats intactos y recuperar los ecosistemas degradados, además de mejorar las conexiones entre ellos.
1 de cada 8 especies de aves se encuentra en peligro de extinción
Para combatir las principales amenazas a las aves del mundo es preciso mitigar dichas amenazas, lo que incluye la prevención de la sobreexplotación y la caza ilegal de aves, la gestión de especies exóticas invasoras, abordar el problema de la captura incidental en la pesca comercial y minimizar los impactos negativos de las infraestructuras energéticas. Muchas especies amenazadas también necesitan medidas de recuperación, como crianza en cautiverio y liberación, reubicación, alimentación suplementaria y otras intervenciones específicas para cada especie.
Para respaldar estas respuestas es necesario difundir la importancia de la biodiversidad en todos los sectores de la sociedad (incluida la consideración del valor total de la naturaleza en términos de los beneficios que proporciona a las personas), sensibilizar y apoyar a la educación y promover políticas y leyes eficaces que se apliquen exhaustivamente. Asimismo, hacen falta sistemas de control adecuados para que podamos hacer un seguimiento del progreso.
Las aves traen motivos de esperanza y nos demuestran que las medidas de conservación funcionan. Existen muchos ejemplos de especies que han sido salvadas de la extinción, de amenazas que han sido eficazmente gestionadas y de poblaciones y ecosistemas que se están recuperando. Sin embargo, se nos acaba el tiempo. La próxima década es decisiva si deseamos dejar de descoser los hilos de vida que sustentan nuestra red de seguridad global. Los gobiernos deben adoptar un marco global para la biodiversidad, con compromisos ambiciosos, para garantizar un cambio transformador y una urgente puesta en práctica. El futuro de las aves del mundo y, en definitiva, de nuestra propia especie depende de ello.
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