Es una realidad cierta que el turismo es su camino, sin retorno, hacia la sostenibilidad y responsabilidad social pretende dar al sector un desarrollo ordenado minimizando sus impactos negativos, optimizando sus beneficios y utilizando eficientemente los recursos de los cuales se vale.
Pero qué pasa cuando, esas loables cuestiones se deben mediar con otro tipo de intereses, motivaciones, necesidades, demandas, etc. en el mismo espacio territorial.
Esta situación ocurre actualmente en Uganda, pero ciertamente en cualquier país. El gobierno desea construir una represa en unos de los mejores ríos del país. El cual, a través del tiempo se ha convertido en un importante centro eco turístico para la práctica del rafting internacional. Esta actividad ha permitido generar una serie de externalidades positivas a las comunidades locales permitiendo elevar la calidad de vida del lugar y de sus gentes. Pero también, es un hecho que Uganda requiere energía para desarrollar su industria local.
Cabe preguntarse, cuál es la opción correcta de adoptar en donde concurren, a la vez, intereses ecoturísticos y energéticos?
Parta atender problemas de esta naturaleza, la gestión ambiental se ha dotado de un instrumento para evaluar políticas, programas y planes con repercusión ambiental denominado Evaluación Ambiental Estratégica (en adelante EAE), u otros suelen referirse como Evaluación de Impacto Ambiental Estratégica.
El objetivo principal de la EAE es mejorar la integración de la dimensión ambiental en los procesos de toma de decisiones estratégicas, vinculados al diseño, elaboración e implementación de políticas, planes y programas públicos, y como objetivos específicos:
Contribuir a un proceso de decisión con visión de sustentabilidad.
- Mejorar la calidad de políticas, planes y programas.
- Fortalecer y facilitar la EIA de proyectos.
- Promover nuevas formas de toma de decisiones.
Además, la EAE se caracteriza por:
- Incidir en los niveles más altos de decisión política-estratégica institucional.
- Aplicarse en la etapa temprana de la toma de decisiones institucionales.
- Ser un instrumento preventivo.
- Implicar una mejora sustantiva en la calidad de los planes y políticas públicas.
- Permitir el diálogo entre los diversos actores públicos y privados.
La evaluación ambiental de programas en EEUU se remonta a los años 70’s. A fines de la década de 1980, fueron los Países Bajos y Australia los que legislaron en esta materia. Mientras que en los 90’s se sumaron Canadá, Nueva Zelanda, Reino Unido y otros países.
En los primeros años del nuevo mileno, la EAE se ha consolidado como una herramienta imprescindible en los sistemas de gestión ambiental a escala nacional e internacional. Un papel importante en este sentido lo tuvo la Directiva de la Unión Europea (conocida como «Directiva de EAE») aprobada en 2001, que impone el mecanismo a un amplio listado de planes y programas de sus países miembros.
Actualmente, cerca de 40 países cuentan con algún mecanismo normativo para la integración ambiental en los procesos políticos y de planificación. La inclusión de la EAE también ha sido asumida por organismos de cooperación multilateral (OCDE, PNUD, PNUMA) e instituciones financieras de cooperación (BID y Banco Mundial), quienes en su mayoría han desarrollado guías de apoyo, paquetes metodológicos y criterios de desempeño, entre otros insumos.
Algunos ejemplos de EAE aplicada al turismo:
Evaluación Ambiental Estratégica del Turismo y el Desarrollo Sustentable de los Paisajes Pristinos de la Patagonia Chilena: http://goo.gl/ZLCfgz
Evaluación ambiental estratégica del sector turismo en México: http://goo.gl/4LGMcN
Ciertamente, en cada uno de los casos comentados se podría evaluar la idoneidad de desarrollar el proyecto en función de las limitantes del territorio y las oportunidades alternativas de solución posible siguiendo la EAE.
Pero lamentablemente, cabe considerar que este tipo de instrumentos, o cualquier otro, carece de control de una variable determinante en los asuntos públicos que afectan al conjunto de la sociedad como son los grupos de presión.
Los grupos de presión (o lobby) generan controversia en los proyectos de iniciativa pública; tanto en cuanto tienden a influir en el poder político en el contenido de sus decisiones en forma favorable a sus intereses y no del conjunto de la sociedad.
Razón, el mejor antídoto frente a los grupos de presión es una población organizada, informada y participativa en los asuntos públicos de interés particular y colectivo.
En resumen, el caso de Uganda, o como cualquier otro, revierte una complejidad que debe ser atendida, sea por la inversión que se acomete, por los beneficios esperados o por la afección ambiental, cultural y social que pudiera conllevar; aunque es ingenuo pensar que solo la variable ambiental, turística, etc. pudiera frenar la realización del proyecto si se puede influir en buscar la mejor solución posible que sean económica y socialmente rentable y, que también, sean tecnológicamente sostenibles.
Gonzalo de la Fuente colabora con el Instituto Superior del Medio Ambiente como docente de los cursos: Turismo y desarrollo sostenible, Ecoturismo: Diseño y comercialización de productos y Paisaje e intervención ambiental
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