El turismo en el inicio del siglo XXI es probablemente la actividad económica más importante del mundo. Su expansión y crecimiento están fuera de toda discusión. Muchos países, entre ellos España, han reconocido los beneficios que puede aportar a la economía, al desarrollo nacional y local. Los ingresos resultantes del gasto realizado por los turistas en los países, contribuyen significativamente en la balanza de pagos, muy interesante especialmente en los países en vías de desarrollo.
El turismo es el primer servicio comercial exportador en el ranking mundial de los ingresos, generando un tercio de los mismos. A pesar de la tendencia continua de pérdida de cuota de mercado, Europa y América son las regiones que dominan el mercado. Sin embargo, Asia Meridional y África son las regiones con mayor crecimiento mundial, a pesar de su pequeña participación en el mercado.
El desarrollo del turismo a través del tiempo ha demostrado ser un instrumento real de desarrollo si se interpreta y ejecuta de manera correcta. Al generar riqueza y oportunidades de movilidad social, el fenómeno turístico puede combatir la pobreza, el turismo se convierte en un vehículo de promoción y difusión de la cultura nacional.
En cuanto a la relación turismo y desarrollo nacional sustentable, en 2003, Guillermina Fernández y Aldo Guzmán, consultores en Turismo y Patrimonio de la Universidad de Centro de Buenos Aires y de Barcelona, plantearon lo siguiente:
“No existe un proceso de desarrollo turístico equilibrado si aumentan las diferencias sociales y económicas en la sociedad o si se produce el beneficio excesivo de determinados grupos sociales o territorios a la marginación o empobrecimiento de otros…”
Para alcanzar dichos objetivos se requiere la intervención socialmente responsable y eficiente del Estado. En toda estrategia de desarrollo nacional la participación coordinada del sector público es fundamental.
Si bien el turismo es un importante motor económico y social tiene sus debilidades. Por cuanto, es sabido que zonas costeras, principalmente, del territorio español han sufrido los estragos de la degradación ambiental. No sólo han sucumbido paisajes, un gran número de recursos naturales, económicos y emisiones de desechos han transformado negativamente los ecosistemas de estas zonas del país.
“Entre los años 1987 y 2005 se destruyeron 2 hectáreas al día solo en los primeros 500 metros de costa. En 2013, con la aprobación de la nueva Ley de Costas, no parece haber indicios de abandono de la construcción masiva ni del acoso a los últimos espacios vírgenes. La costa española ha perdido una superficie equivalente a ocho campos de futbol al día” (Greenpeace España, 2013).La alternativa a la destrucción costera pasa por el mantenimiento de los recursos naturales, fomentando un turismo de calidad y un modelo económico de desarrollo local.
Crece la necesidad de un turismo enfocado a la sustentabilidad. Esto es un turismo que busque la legítima vía de progreso y bienestar económico del país, siempre que su actividad esté apoyada en condiciones de respeto a su soporte natural, social y cultural. La protección efectiva y cero construcciones en zonas de riesgo garantizaran un futuro lleno de oportunidades en nuestras costas.
El desarrollo sostenible implicaría un equilibrio entre los objetivos económicos, sociales y ambientales. Tal como menciona Daniel Betelho (2003) Doctor en Geografía por la Universidad de Barcelona:
“Perseguir únicamente la sostenibilidad de una de estas dimensiones (económica, social, cultural o ambiental) conduce a visiones reductoras de la realidad (economicista y ambientalista más frecuentemente) y a desequilibrios que ponen en peligro el equilibrio dinámico de toda la estructura social”
El turismo sostenible se expresa a través de actividades turísticas, que varían en función de los atractivos y el potencial de cada sitio en el territorio, por ejemplo agroturismo, ecoturismo, etc. Es justo pensar que la clave del éxito de estas actividades, desde la perspectiva de la sustentabilidad, es alcanzar una positiva articulación con el desarrollo local y regional, evaluando sus aportaciones, costos y riesgos a largo plazo.
La preservación del medio ambiente, la arquitectura tradicional de los pueblos, las culturas y tradiciones y la ocupación armónica del espacio toman un papel relevante. El desarrollo local ha sido un notable factor de ayuda en la implantación de actividades, importando una intensa dotación de medio y esfuerzos para configurar operaciones de base local.
En los años 60 y 70 del siglo pasado, la globalización se manifestó en España, con la llegada masiva a sus costas del turismo internacional de sol y playa junto con la crisis de la agricultura tradicional y el atractivo que entonces ejercía para muchos campesinos los modos de vida urbanos, se produjo un fuerte éxodo poblacional en muchas de las zonas rurales españolas.
Claro ejemplo es La Alpujarra, comarca española situada al sur de la ciudad andaluza de Granada, donde hubo grandes procesos de despoblación a la vez que pérdidas o abandono de bastantes usos, funciones y significados tradicionalmente asignados a su territorio. Empezaron a ser abandonadas una serie de prácticas productivas, sociales y culturales.
Con la expansión de nuevas formas de actividad turística durante las últimas décadas se ha experimentado una apreciable mejora socioeconómica en La Alpujarra, lo cual se traduce en un aumento del bienestar social para una amplia franja de la población local.
La comarca está experimentando un nuevo proceso de globalización ofreciendo originalidad y singularidad que demandan las nuevas modalidades del turismo. Este territorio de ser visto como lugar de producción agraria de subsistencia y de forma de vida tradicional tiende a ser percibido ahora, como paisaje, como entorno ecológico cuyas características naturales, flora y fauna es preciso conservar. Los municipios de alrededor resultan atractivos para vivir permanentemente en ellos, ha cambiado su entorno físico, sus condiciones de vida y sus hábitos socioculturales.
El territorio alpujarreño está siendo cada vez más requerido por ese turismo de procedencia global para nuevos usos y funciones naturales, culturales y sociales. Los problemas derivados de la creciente expansión del turismo rural podrían ser considerados como el precio del desarrollo, que tenderá a minimizarse en la medida en que se busque la manera de que las políticas públicas reguladoras de las consecuencias del turismo se apliquen de manera realmente efectiva.
El objetivo es conseguir implicación y actuación coordinada de aquellos interesados en preservar para el futuro los enormes atractivos del entorno ambiental y las características culturales de la comarca, ya que de tal preservación depende la pervivencia del turismo y de los ingresos que el mismo reporta.
De este modo, el turismo sostenible a nivel local no es una elección, es un compromiso que debe asumirse si un territorio decide ser turístico.
(*) Este artículo fue redactado por la autora como parte del curso “Turismo y Desarrollo Sostenible” del Instituto Superior de Medio Ambiente de Madrid. Dirigido por el Profesor Dr. Gonzalo de la Fuente de Val.
Bibliografía
Daniel Betelho, et. al., (2003). Nuevos escenarios y nuevos actores en el turismo: pensar y actuar desde una perspectiva sostenible. Ponencia presentada en el II Congreso Internacional de Turismo Cultural NAyA.
Greenpeace España [Documento en línea] (2013). Destrucción a toda costa 2013. Obtenido de hhttp://www.greenpeace.org/espana/es/news/2013/Agosto/Greenpeace-senala-los-diez-municipios-que-han-destruido-mas-costa-durante-los-anos-de-la-burbuja-inmobiliaria/ (Consulta: 24/04/2015)
Guillermina Fernández y Aldo Guzmán. (2003). Informar, sensibilizar y educar para un turismo sostenible. Ponencia presentada en el II Congreso Internacional de Turismo Cultural NAyA.
Muy bien :D