educación ecosocial

Se debe impulsar una educación ecosocial que vehicule el desarrollo integral del alumnado

En el cálido diciembre de 2017, en el 25º aniversario del Aviso a la Humanidad de la Comunidad Científica, 15.000 personas científicas de 184 países afirmaban que «la humanidad debe poner en práctica una forma de vida más sostenible ambientalmente que la actual (…) Pronto será demasiado tarde para cambiar el rumbo de la actual trayectoria que nos lleva al fracaso: nos estamos quedando sin tiempo».

En el Antropoceno, es incuestionable aceptar la crisis civilizatoria que sufren los seres vivos del planeta, incluida la mayoría de los humanos, y por tanto, la necesidad de una transición hacia otro modelo de sociedad. La cosmovisión antropocéntrica de nuestro lugar en el mundo y sus dimensiones económica—el capitalismo— y social —el heteropatriarcado— nos han traído a este escenario de agotamiento de los bienes comunes (agua, energía, minerales…), de pérdida de biodiversidad o de cambio climático y de decadencia de la justicia social, la sostenibilidad de la vida y la participación democrática.

Sobre los principios de ecodependencia e interdependencia que apuntalan la existencia de los seres humanos en el planeta, es preciso construir una nueva sociedad basada en valores sociales y de cuidado, de sostenibilidad de la trama de la vida, de justicia social y de bien común, que tomen forma a través de acciones socialmente transformadoras.

Atendiendo a los principios de ecodependencia e interdependencia de las personas, se debe impulsar una educación ecosocial que vehicule el desarrollo integral del alumnado y que atienda a los problemas y a los sujetos y colectivos invisibilizados en el currículo (ética ecosocial, cambio climático, biodiversidad, cuidados, transición energética… y mujeres, personas con necesidades específicas, migrantes, desahuciadas, explotadas…). Se deben ofrecer espacios a la inclusión y empoderamiento, a la propuesta de alternativas y a la puesta en marcha de acciones ecosocialmente transformadoras. Asimismo, con la colaboración de todas y todos, se lleva a cabo una gestión sindical basada en los preceptos ecosociales de equidad social, de sostenibilidad en el uso de los bienes comunes y de democracia participativa.

Y todo esto, solo se puede canalizar si se integra en el sistema educativo una nueva competencia, que debería ser la más vieja, la competencia ecosocial. La competencia que muestra una manera de entender y explicar la crisis ambiental y de participar en los cambios futuros. Consiste en conocer, comprender y adaptarse adecuadamente a uno mismo, a su grupo y al mundo en el que vive, adquiriendo conocimientos de ciencias naturales y sociales, en la transformación ecosocial, desarrollando una sociedad plenamente democrática, solidaria, inclusiva y plural, analizando críticamente los problemas, buscando alternativas y planteando soluciones imaginativas para ser un agente social activo.

Actualmente desde el colectivo de Acción en Educación Ambiental #EA26 se está realizando una campaña para incluir la Competencia Ecosocial en la nueva Ley de Educación, que puede apoyarse a través de Change.org.

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