Esta es la historia de la restauración del cráter del volcán del Croscat, una intervención paisajística que pronto cumplirá 30 años, y que consiguió que no se perdiera el patrimonio geológico de una zona que presume con orgullo de sus volcanes.
El Parque Natural de la Garrotxa, en Girona, es el mejor exponente de paisaje volcánico de la Península Ibérica. Tiene más de cuarenta conos volcánicos y más de 20 coladas de lavas basálticas.
Uno de sus volcanes más conocidos, el Croscat es el volcán más joven de la zona volcánica de La Garrocha. Tuvo dos erupciones, la primera y mayor hace 17.000 años, y la segunda hace 11.500 años. La emisión de lavas fluidas y una serie de explosiones de moderada violencia dieron lugar a un cráter en forma de herradura de unos 160 m de altura y un máximo 600 m de largo por 350 m de anchura.
En su colada de lava se asienta la maravillosa Fageda d’en Jordà, un hayedo de cuento.
El cráter del volcán estuvo 25 años estuvo dedicado a la explotación de gredas procedentes del material piroclástico, que se usaron como material de construcción para la fabricación de ladrillos y pistas de tenis. Esta explotación a cielo abierto originó un gran impacto paisajístico, alterando la morfología del volcán original, y generando graves problemas de erosión a los materiales volcánicos.
Estas extracciones del Croscat fueron la principal causa de las movilizaciones populares que hicieron que el Parlamento de Cataluña, en 1982, aprobase la creación del Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrocha. No obstante, hasta 1991 no se pudieron parar las extracciones, cuando la Generalitat de Cataluña compró la empresa explotadora. Posteriormente, la misma Generalitat expropió las 77,2 Ha que conforman la Reserva Natural del Volcan del Croscat, fue el primer caso de expropiación con finalidades únicamente conservacionistas en Cataluña, que son de las pocas de titularidad pública dentro del espacio natural.
Después, se procedió a la estabilización de los taludes y rehabilitación del cono volcánico. El corte por la extracción de materiales en la parte posterior del cráter, de más de 100 m de altura y 500 m de longitud, tuvo que reforzarse con un sistema aterrazado de acero. Podemos ver una diferencia de color en el terreno, siendo las capas más oscuras las originales del material volcánico, pero debido a la oxidación, se han formado una serie de capas de colores rojizos y anaranjados.
La inauguración del nuevo espacio recuperado, ganador del premio FAD de espacios exteriores de 1994, se produjo el 8 de abril del año siguiente, y desde entonces se ha convertido en uno de los espacios de uso público más emblemáticos del Parque Natural por sus valores pedagógicos y su atractivo turístico. Los trabajos de conservación y mejora de los accesos han seguido sucediéndose, ya que el efecto de la erosión en estos materiales es muy intenso, y pueden causar desprendimientos.
El proyecto de restauración del volcán del Croscat creado por Antoni Bramon y Lluis Vilá, debido a la intensa degradación del cono original, es un ejemplo de lo que podemos denominar como restauración paisajística o arquitectura de paisaje. Esta intervención aúna la preservación del ambiente del volcán con la implantación de vegetación en los taludes. Además, se diseñó para darle un uso recreativo e interpretativo que ayudara a entender a los visitantes el fenómeno del vulcanismo en la zona.
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