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Según Sam Ham (Interpretación Ambiental, 1990) los guías debemos ser, sobre todo, anfitriones. Es la personalidad del guía más deseable.
Un buen anfitrión cuida muchos aspectos.
El primer aspecto a tener en cuenta es el propio lugar interpretado. Los guías anfitriones consideramos que el lugar interpretado es como nuestra propia casa; será patente el amor y el respeto que le tenemos a ese recurso o lugar. De esta forma inspiramos a nuestros visitantes ese mismo amor y respeto por el lugar sin tener que caer en la personalidad del guía policía, sin imposiciones; un buen anfitrión no atemoriza a sus visitantes.
También, conoceremos el lugar a interpretar en profundidad para poder destilar lo más interesante a nuestros visitantes sin abrumar con información como haría un guía sabelotodo; un buen anfitrión no quiere aburrir a sus visitantes.
El conocimiento de cada detalle y de los cambios que se producen en él nos permitirá hacer pequeños ajustes de guion que nos ayudará a huir de ser ese guía robot que repite siempre lo mismo como una máquina.
Otro aspecto a tener en cuenta es la propia audiencia, los visitantes; el anfitrión estará atento a sus intereses, a sus preguntas, a sus necesidades e incluso a sus nombres como ya comentábamos en otro post. Un guía anfitrión busca que los visitantes se sientan como en su propia casa.
Y tras el ítem interpretado y los visitantes, otro aspecto a tener en cuenta es la preparación de la ruta o actividad; buscará un guion trabajado, temático, con diferentes técnicas interpretativas y, en definitiva, buscará que la experiencia sea única e inolvidable.
Quizá te preguntes cómo puedes llegar a hacer todo esto, nosotros podemos ayudarte en el curso de GUÍA DE NATURALEZA: DISEÑO DE ITINERARIOS INTERPRETATIVOS
Nos vemos de ruta o en la próxima edición del curso y espero haceros sentir como en casa.
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