El Servicio de Cambio Climático de Copernicus ha confirmado que julio de 2023 ha sido, de largo, el más caluroso registrado jamás en el planeta, con 0, 33º C más que el anterior récord de julio de 2019. El pasado mes de julio la temperatura del planeta superó en 1,5 ºC la media del periodo preindustrial (1850-1900).
Cristina Huidobro, directora de Resiliencia y Calor Extremo, se refiere al calor extremo como “el asesino silencioso”. Con episodios de altas temperaturas cada vez más recurrentes, muchas ciudades se han convertido en hornos, en los que la gente muere literalmente de calor. Para remediarlo, algunas urbes como Miami, Atenas, Freetown o Santiago han creado un puesto específico, parte de una iniciativa global auspiciada por la fundación Arsht-Rock. Huidobro defiende que “hay que incorporar el calor como una prioridad de las políticas públicas”, porque al contrario de lo que sucede con otro tipo de desastres, las muertes por calor son evitables. Su hoja de ruta para enfriar las ciudades pasa por dar absoluta prioridad a los árboles, es decir, sombras, desterrar el cemento y dejar de priorizar los coches. “Hemos escondido la naturaleza en las ciudades […]. Hay que reparar el daño causado en el pasado”, piensa.
Huidobro indica que las ciudades pueden prepararse mediante instrumentos que empleamos para otras amenazas como alertas tempranas, categorización de olas de calor. La cuestión es que la población se prepare, pero también las instituciones. Hay que incorporar el calor como una prioridad de las políticas públicas. Lo segundo es la sensibilización comunicando el riesgo a la ciudadanía. Morirse de calor ha dejado de ser un dicho y ha pasado a ser una realidad. No todo el mundo sabe que el calor extremo mata y que genera patologías.
Según Huidobro los escenarios han cambiado y hay que adaptar las ciudades. Ya vamos a vivir en un nuevo clima y no vamos a vivir con las temperaturas de antes. La prioridad es el arbolado, son soluciones-sombra, crean corredores de viento, bajan las temperaturas y absorben el dióxido de carbono (CO₂). Donde hay hormigón o asfalto, hay que plantas árboles para crear sombras. Por cuanto, al haber tanto hormigón en la ciudad, lo que se está haciendo es amplificar el calor. Se puede tener aproximadamente entre 5 o 10 grados más en las ciudades por este efecto.
Los coches emiten calor de la misma manera que los aires acondicionados lo emiten a la calle, pero la gente no relaciona a los coches con fuentes de calor. Quitar un carril a los coches no puede ser un problema, es la solución. Los automovilistas sienten que tienen un derecho adquirido a circular por la ciudad. Hay mucho trabajo de sensibilización que hacer para entender que alguien es parte del problema cuando se sube al coche. Hay que darle más espacio a quienes son parte de la solución.
Huidobro apunta la existencia de una relación estrecha entre desigualdad y las consecuencias del calor. Utilizando índices de cobertura digital, temperatura superficial y vulnerabilidad social, sus estudios muestran relaciones entre estas tres variables. La conclusión es que “las personas con menos recursos viven en zonas con menos árboles y con más calor”.
¿Cómo podríamos visualizar proyectos que nos ayuden a mitigar los efectos de las olas de calor en la ciudad y que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos/as?
El método Miyawaki se presta como una herramienta útil para crear pulmones verdes en la ciudad, contribuir a combatir el cambio climático y aumentar la biodiversidad urbana desde una perspectiva local. Este método se basa en aprovechar el principio de la “vegetación natural potencial» de cualquier ecosistema.
En 2017, investigadores de la Universidad de Wageningen (Países Bajos) analizaron distintos mini bosques, plantados según método Miyawaki, en la India y observaron que «aumentan la biodiversidad en comparación con bosques naturales cercanos. Tanto en número de grupos de especies como en número de individuos que era generalmente mayor que en los bosques de control«.
La mayor biodiversidad se debe en parte a la corta edad y la apertura de los bosques, explica Fabrice Ottburg, quien dirigió el estudio de la Universidad de Wageningen. Esto permite que llegue más luz solar a las plantas de flores atrayendo a los polinizadores. La diversidad se ve reforzada al plantar múltiples especies nativas, que «proporcionan más variedad en alimentos y refugio para una mayor diversidad de animales como insectos, caracoles, mariposas, anfibios, insectos, saltamontes» dice el Dr. Ottburg.
En Holanda, desde 2015 el grupo de conservación IVN Nature Education ha ayudado a ciudades y hogares a plantar más de 100 bosques siguiendo el método Miyawaki. Esperan doblar ese número para 2022. Otras organizaciones civiles están trabajando en esfuerzos similares en distintos países de Europa. Recientemente, grupos en Bélgica y Francia han creado al menos 40 mini bosques.
En Francia el primero se plantó en marzo de 2018 en una carretera de 4 carriles a las afueras de París. El día de la plantación, mas 40 personas se reunieron para realizar rehabilitar el paisaje. Dos años antes, Enrico Fusto y Damien Saraceni habían solicitado fondos del presupuesto participativo de París, un esquema que pide a los residentes ideas sobre cómo gastar el 5% de los fondos de la ciudad. La pareja propuso mini bosques, argumentando ayudarían a aumentar el nivel de cobertura arbórea de la ciudad. «Cada comunidad puede ser protagonista de su propia historia de restauración natural», como dice Fusto.
Nicolas de Brabandère, naturalista belga y fundador de Urban Forests, comenzó en 2016 a plantar bosques según el método Miyawaki. Para lo cual, organizo voluntarios y autoridades locales para plantar 300 árboles jóvenes en una franja de tierra cerca de una carretera. Ahora su primer bosque tiene 3 metros de altura, con una gruesa capa de humus.
De Brabandère comenta que la «naturaleza participativa» y la «velocidad de crecimiento de los minis bosques» animan a la gente a participar en crear bosques para re-generar el paisaje urbano.
En España, el «Plan de Restauración Ecológica de un polígono industrial» en Toledo, Isabel Fugo y colaboradores (2016) emplearon el método Miyawaki para restaurar las zonas verdes mediante la rehabilitación de hábitats con una estructura, composición florística y función ecológica determinada.
Desde el año 2014 se llevaron a cabo proyectos de investigación y se elaboró un catálogo florístico y un plan de restauración, basado en un modelo sucesional de la vegetación de diferentes tipos de hábitats. Partiendo del plan de restauración, se realizaron estudios de introducción de especies, uso de banco de semillas y rehabilitación de hábitats en entornos controlados y parcelas de investigación. Con los resultados obtenidos se estableció un plan de gestión adaptativa.
El uso del banco de semillas procedente de cultivos y pastos que se encontraban anteriormente en el área del parque industrial facilito la recuperación de la cubierta vegetal en el suelo y acelero los procesos sucesionales para la generación de pastos, favoreciendo el desarrollo del horizonte orgánico y minimizando los procesos erosivos.
En otoño de 2017, se plantaron más de 25.000 individuos de plantas de más de 30 especies diferentes (algunas de ellas amenazadas), correspondientes a la vegetación climatófila. La construcción de un sistema de lagunas naturalizadas, que forman parte del sistema de drenaje urbano sostenible del parque logístico, también permitió la restauración de comunidades edafohigrófilas, hidrófitos y algas. Las plantaciones se llevaron a cabo con criterios ecológicos siguiendo la distribución de los ecosistemas de referencia.
Desde el Instituto Superior del Medio Ambiente, nos súmanos al movimiento re-imaginar las ciudades; para lo cual hemos desarrollado un nuevo curso Ciudades verdes: hacia la regeneración urbana, en modalidad ON LINE. En este curso expondremos las herramientas teóricas y prácticas básicas de implementación de planes de renaturalización de las ciudades a través de los espacios verdes urbanos, periurbanos y naturales interconectados. Todo ello a través de acciones de agricultura urbana, sistemas de drenaje sostenible, muros y tejados verdes entre otros, con el fin de conseguir un urbanismo sostenible en nuestras ciudades.
Te esperamos
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