A lo largo de este post daré mi visión personal sobre la Estrategia Cántabra de Educación Ambiental, un documento que ha servido de hoja de ruta para el sector de la educación ambiental en Cantabria desde su elaboración en 2002.
Para comprender mejor dicho proceso, tenemos que retrotraernos a 1999, fecha de aprobación del Libro Blanco de la Educación Ambiental, a partir del cual numerosas Comunidades Autónomas activaron procesos de participación procesos de participación, reflexión y consenso para la elaboración de estrategias regionales de educación ambiental. Con tales estrategias, se pretendía elaborar un diagnóstico que sirviera para establecer objetivos y líneas de futuro en los respectivos territorios.
En el caso de Cantabria, el germen estuvo en las Jornadas de Educación Ambiental celebradas en El Astillero en diciembre de 2001, punto de encuentro de experiencias, reflexiones y debates entre más de cien personas ligadas a la educación ambiental en la región desde distintos sectores. Allí se constituyeron 9 grupos de trabajo que desarrollaron un proceso participativo y consensuado con la vista puesta en la mejora de la Educación Ambiental en la región. A partir de ese trabajo se elaboró un documento que recoge el diagnóstico de la educación ambiental en la región en el momento de inicio del proceso, definiendo los principios básicos, el horizonte, los objetivos generales y las líneas de acción a desarrollar. Este documento fué publicado por la Consejería de Medio Ambiente en el año 2004, superando así los cambios políticos producidos en 2003 en el Gobierno de Cantabria.
Desde 2004, la Consejería de Medio Ambiente viene realizando una convocatoria pública de subvenciones dirigida a las entidades y asociaciones sin ánimo de lucro para el desarrollo de actividades de Educación Ambiental en Cantabria, dando así impulso a la propia Estrategia. Otro hito fundamental resultó, en 2006, la aprobación de la Estrategia Cántabra de Educación Ambiental (en adelante, ECEA) . Precisamente a partir de se año se vienen celebrando en distintos puntos de la región jornadas de trabajo en torno a la Estrategia en la que se siguen reuniendo personas y entidades vinculadas al sector en Cantabria, para debatir sobre el presente y futuro del sector y sus necesidades. Asimismo, el Centro de Investigación del Medio Ambiente (CIMA) se ha erigido como el organismo público que dentro del Gobierno de Cantabria impulsa y lidera el proceso de desarrollo de la propia ECEA.
Hasta aquí, me he limitado a contextualizar un complejo proceso participativo del que existen numerosas referencias en Internet y en diferentes publicaciones. Actualmente, en pleno 2013, el panorama resulta muy diferente al que existía en 2001, ha cambiado lógicamente el contexto, y en buena medida, también los actores.
A continuación, realizaré algunas reflexiones en torno a la Estrategia, los logros alcanzados, y los retos pendientes. Aunque desde 2006 de alguna manera también he formado parte del proceso de la mano de la Asociación para la Promoción de la Educación Ambiental de Cantabria (APEA), estas opiniones las emito a título exclusivamente personal, fruto de mi experiencia, mis percepciones, y mis expectativas:
-El proceso ha alcanzado ya la fase de madurez, como lo demuestra el haber sobrevivido a los sucesivos cambios políticos, la riqueza de los debates que se han suscitado en foros como las jornadas “anuales” (ello no resulta del todo exacto), o los numerosos objetivos que se han alcanzado.
-Algunos de los objetivos más notables que se han alcanzado son en mi opinión la línea abierta de subvenciones dirigidas a las asociaciones sin ánimo de lucro y entidades locales, la puesta en marcha del Centro de Documentación y Recursos para la Educación Ambiental de Cantabria (CEDREAC), la creación del Registro de Adhesiones a la ECEA, etc.
-Se ha avanzado bastante en la profesionalización y reconocimiento del educador ambiental y su labor, y en general, la Educación Ambiental está bastante asumida por los distintos sectores de la sociedad (por unos más que por otros, eso sí).
-La ECEA necesita ser revisada, y sus planteamientos y objetivos, actualizados. Creo importante destacar que sigue siendo un instrumento perfectamente válido, pero dado el tiempo transcurrido y los cambios de contexto producidos, la revisión se hace prácticamente irrenunciable para que siga siendo una herramienta operativa.
-Es necesaria una autocrítica importante por parte del sector de la Educación Ambiental, para por ejemplo, identificar los motivos por los que varios actores involucrados se hayan quedado por el camino, o que aún queden determinados objetivos por alcanzar.
-El actual contexto de crisis socioeconómica puede resultar un escenario proclive para el desarrollo de la Educación Ambiental. Cada vez se interiorizan más conceptos como la “austeridad”, “vuelta a la tierra”, o incluso “decrecimiento”, por lo que nuestro sector tiene mucho que decir en ese tránsito hacia una sostenibilidad real.
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