La disminución de oxígeno en las masas de agua es un problema medioambiental en lagos y embalses de todo el mundo. Este fenómeno, que altera las condiciones de los ecosistemas acuáticos continentales, parece que está relacionado actualmente con el calentamiento global. Un equipo de científicos se ha centrado en la laguna de Montcortès, en Lleida, para determinar el origen natural o antropogénico de la variabilidad climática desde la pequeña edad de hielo hasta el siglo XXI.
Reconstruir la historia climática de los últimos 500 años con la máxima resolución posible ha sido el objetivo principal de un equipo científico que ha centrado su actividad investigadora en la laguna de Montcortès (Pallars Sobirà, Lleida), situado a 1.027 metros de altitud.
Esta laguna –la única laguna cárstica de montaña de toda Cataluña– tiene un área de 0,14 km2, una profundidad máxima de 30 metros, y está integrado en el Plan de Espacios de Interés Natural (PEIN) de la Generalitat de Cataluña y la Red Natura 2000.
En concreto, los expertos liderados por la Universidad de Barcelona han analizado la transición de la variabilidad climática natural en la laguna desde finales de la pequeña edad de hielo –un periodo frío de mediados del siglo XIV– hasta el siglo XXI.
El objetivo final era determinar las particularidades del cambio climático del siglo XXI y averiguar el origen natural o antrópico de los fenómenos ligados a la variabilidad climática en los últimos 500 años, un periodo en el que se incluyen las emisiones de gases de origen antropogénico de la época industrial que distorsionan la señal climática natural.
Para ello, los científicos aplicaron técnicas paleoclimáticas y paleolimnológicas de alta resolución temporal, como el estudio de los sedimentos lacustres varvados –un archivo geológico de valor geológico excepcional– y de varios indicadores del grado de oxigenación y de estratificación de la columna de agua en la laguna.
Los resultados, publicados en la revista Science of the Total Environment, demuestran que durante los últimos 500 años, se han producido episodios significativos de oxigenación de las masas de agua de la laguna. «Desde hace muchos años, se pensaba que la laguna de Montcortès no se oxigena casi nunca. Es decir, se consideraba una laguna de régimen meromíctico, donde las aguas profundas no se mezclan con las superficiales», explica Teresa Vegas Vilarrúbia, del departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales de la UB.
«A partir de 1900, la población humana disminuye drásticamente en el pueblo de Montcortès y también en el Pallars, una tendencia inversa a la mostrada por las poblaciones de otros lagos de todas partes, afectados por la hipoxia de reciente origen antrópico», añade.
Esta disminución de las actividades humanas alrededor de la laguna se mantiene hasta la actualidad, y ha favorecido, entre otros procesos, la reoxigenación de la columna de agua. Sin embargo, a partir de 1970, la oxigenación de las masas de agua se debilita nuevamente, y aumenta significativamente la presencia de bacterias fotosintéticas del azufre, que son indicadores de condiciones de hipoxia o falta de oxígeno. Este proceso coincide con el incremento de las temperaturas atmosféricas máximas y mínimas anuales.
«Las evidencias de las últimas décadas –continúa Vegas Vilarrúbia– indican que el calentamiento global tiene un papel central en la pérdida de oxígeno disuelto (hipoxia y anoxia) en las masas de agua continentales, independientemente de si la anoxia tiene causas naturales o se deriva de las actividades humanas (eutrofización, explotación de los recursos hídricos, etc.). El caso de la laguna de Montcortès es muy curioso y parece mostrar claramente el vínculo entre el calentamiento global actual y la pérdida de oxígeno disuelto».
Cuando el cambio climático impacta en lagos y lagunas
A escala global, los escenarios climáticos del futuro prevén incrementos globales de temperatura, episodios de sequía cada vez más frecuentes, más emisión de gases de efecto invernadero y nuevas amenazas para la conservación de la biodiversidad. En los ecosistemas lacustres, las temperaturas más cálidas pueden originar la pérdida de oxígeno y la intensificación de la estratificación de la columna de agua, un proceso que favorece las condiciones de meromixis o falta de mezcla de masas de agua.
En el caso de la laguna de Montcortès, todo indica que tiene una buena alimentación de agua freática que podría hacerla relativamente resiliente al impacto de futuras sequías. Pero esto podría ser distinto en muchos lagos de montaña de la península ibérica, donde el descenso del nivel de agua podría provocar cambios en el régimen de mezcla o, incluso, la desecación parcial o total en los más someros.
«Una manera de reducir los impactos futuros sobre la laguna de Montcortès es hacer un seguimiento detallado de las variaciones en la temperatura y la oxigenación de la laguna y de los efectos derivados. Esta información ayudaría a minimizar los impactos y gestionar el uso adecuadamente, en especial en cuanto a la extracción de agua y el control de la incorporación de materia orgánica derivada de las actividades que se llevan a cabo en la cuenca», concluye Teresa Vegas Vilarrúbia.
Fuente: Sinc
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