Cerca de una cuarta parte de la población mundial habita en países en los que se vive al límite de los recursos hídricos. En 17 Estados, donde reside ese 25% de la población del planeta, la agricultura de regadío, la industria y las ciudades consumen el 80% o más del agua dulce superficial y subterránea disponible cada año de media. Esto hace que los países –sobre todo los que cuentan con menos renta– estén mucho más expuestos a las restricciones severas en los periodos de sequía y se acerquen así a lo que desde hace unos años se denomina el “día cero”: cuando de los grifos deja de salir agua porque, simplemente, no queda en las reservas.
El Instituto de Recursos Mundiales (WRI, sus siglas en inglés) ha actualizado su ranking de estrés hídrico y ha presentado este martes los últimos resultados. Las regiones más afectadas, según resalta este think tank medioambiental, son el norte de África y Oriente Medio. Esa clasificación la encabeza Qatar, seguido de Israel, Líbano, Irán, Jordania, Libia y Kuwait.
Pero, según el informe de WRI, el mayor foco de población afectada se sitúa en India, donde la sexta ciudad por número de habitantes (Chennai) sufrió una sequía extrema hace solo unas semanas que dejó a la urbe sin este recurso. India, con 1.300 millones de habitantes, ocupa el puesto 13 de la clasificación del estrés hídrico y está también dentro de la categoría de riesgo extremadamente alto. “El estrés hídrico es la mayor crisis de la que nadie habla”, ha lamentado a través de un comunicado Andrew Steer, presidente ejecutivo de WRI.
España está dentro de la categoría de estrés hídrico alto, con un consumo global de recursos de entre el 40% y el 80% anual. El país ocupa el puesto 28, pero algunas zonas del sur y el este de la Península están clasificadas en situación de riesgo extremo, como esos países de Oriente Medio que encabezan el ranking. “En España la cuenca del Segura utiliza más del 100% de sus recursos”, pone como ejemplo Leandro del Moral, catedrático de Geografía Humana de la Universidad de Sevilla. Por eso se necesitan en Murcia, en la Comunidad Valenciana y Almería los polémicos trasvases desde otras cuencas. También las plantas desaladoras, que en este último periodo de sequía que vive el país han permitido que no haya cortes generalizados en el suministro y se mantenga el regadío.
“España tiene siete de las diez cuencas de la UE con mayor índice de explotación de sus aguas según la Agencia Europea del Medio Ambiente”, explica Gonzalo Delacámara, asesor de la Comisión en políticas hídricas y director académico del Foro Económico del Agua. Delacámara valora que se pongan en marcha clasificaciones como la del WRI porque ayudan a poner el foco en los “usos del agua” y elevar la mirada más allá de los periodos concretos de sequía.
“Las sequías son la fiebre, pero la enfermedad que la causan son problemas estructurales relacionados con los usos del agua”, ejemplifica Delacámara. Este especialista lamenta que se tenga en demasiadas ocasiones “una mirada miope” y solo se preste atención al agua en periodos de sequía. En su opinión, se debe fijar la mirada en la gestión de las demandas. “Durante mucho tiempo se focalizó la gestión del agua en los países desarrollados en llevar el recurso a donde se necesita y en acumular el agua [con embalses y presas]”, detalla Delacámara. Ahora, la atención se debe centra en gestionar los usos y en alertar, por ejemplo, de que la acumulación de usos sin control provoca ese estrés hídrico extremo.
“España cuenta con el doble de embalses que Francia, que es el segundo país de la UE con más infraestructuras de este tipo. Y, sin embargo, España tiene problemas estructurales que le llevan a estar en la zona alta la clasificación de estrés hídrico”, explica Delacámara. Por eso, este experto apuesta por centrar los esfuerzos en la gestión de la demanda, en el exceso de usos de un recurso limitado como el agua dulce.
Fuente: El País
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