Una barrera hidráulica, con un sistema de compuertas móviles ancladas sobre el lecho del río a cinco kilómetros río arriba, a su paso por Sant Jaume d’Enveja (Montsià), intentará frenar la imparable salinización del delta del Ebre. Los expertos justifican la obra, con escasos precedentes en el Mediterráneo, por el avance de la cuña salina a causa de la continua aportación de agua salada, del mar y de los acuíferos, frente a un caudal del río muy irregular. El problema amenaza el arroz y la sostenibilidad de todo el Delta.
El denominado cierre salino, que permitirá también la canalización de agua dulce hasta bahías y lagunas estratégicas, se está planificando siguiendo la experiencia del delta del Po (Italia), con el que la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) ya ha mantenido contactos técnicos de primer nivel. «Es factible con una única barrera evitar en el Ebro el problema de la salinización, la barrera no estaría cerrada los 365 días al año», ha explicado el ingeniero Lino Tosini, al frente de las barreras salinas en el delta del Po.
El Gobierno español quiere que el proyecto de construcción de la nueva infraestructura, que podría suponer una inversión cercana a los 15 millones de euros, se aborde de forma inminente, por lo que se ha incluido en el controvertido Plan de la Cuenca del Ebro, a punto de recibir la luz verde del Consejo de Ministros. Así lo anunció Xavier de Pedro, presidente de la CHE, organismo adscrito al Ministerio de Agricultura. «Es una medida que complementa las carencias de caudal en tiempos de sequía», añadió.
La Generalitat reacciona con cautela
La necesidad de combatir la progresiva salinización es uno de los argumentos utilizados por la Generalitat y la Plataforma en Defensa de l’Ebre (PDE), junto a otras entidades ecologistas, para reclamar un caudal ecológico para el tramo final del río, con una aportación mayor de la prevista en el plan de la cuenca del Ebro.
El Gobierno catalán ha valorado con mucha cautela y algo de escepticismo el anuncio de la CHE. «Técnicamente es plausible, pero debe analizarse bien; hay que diseñarse una estrategia integral para garantizar los valores medioambientales del delta, no debemos de precipitarnos con actuaciones que muchas veces no resuelven el problema global», destacó Josep Enric Nebot, secretario de Medi Ambiente i Sostenibilitat.
La Federación de Regantes del Ebro apoya la barrera antisal. La Comunidad de Regantes del Canal de la Derecha, también. «Podríamos mejorar la productividad de los arrozales», destacó Manolo Masià, su presidente.
Los ecologistas consideran la medida inadecuada
Los estudios sobre la cuña salina determinan que cuando el caudal del Ebro es inferior a 400 m3 por segundo empieza a penetrar cauce arriba y si ronda los 130 m3/s es capaz de recorrer 28 kilómetros y situarse en Amposta. En las últimas décadas, la disminución de los caudales por el incremento del uso del agua ha favorecido la salinización del agua desde mucho antes de la desembocadura. Por ello, la Plataforma en Defensa del Ebro apunta que lo más adecuado sería «dotar al río de un caudal suficiente», apunta la portavoz Susanna Abella, capaz de detener la entrada de la sal desde el mar, y además, de disolver el creciente contenido en sales que acumula a lo largo de la cuenca, más condensadas en épocas estivales. Ignasi Ripoll, delegado de Seo-Birdlife en el delta, sostiene que «esa barrera es solo una operación de maquillaje, una solución vistosa dotada de presupuesto para llevarse los caudales del río a otro lugar». Ripoll advierte de que la barrera puede interceptar la llegada de sedimentos, y «sin ellos el delta se compacta más y sube la capa freática salada, de manera que el problema se agrava».
Fuente: La Vanguardia y el Periódico
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