En un concurso público de la ESA, investigadores de la Universidad de Cádiz diseñan un proyecto para hacer un seguimiento con satélites de la contaminación marina por microplásticos. En este consorcio internacional también está presentes empresas como AirBus Space, Argans Limited y The Ocean Cleanup
El pasado mes de enero la Agencia Espacial Europea (ESA) abrió un concurso público para buscar un proyecto con el que poder detectar y hacer un seguimiento de la basura que se acumula en los océanos. A esta llamada ha respondido un equipo de investigadores de la Universidad de Cádiz, que han diseñado un sensor espacial para identificar estos desperdicios marinos.
Coordinados por el profesor Andrés Cózar, se ha creado un consorcio al que pertenecen, además de la Universidad de Cádiz, entidades como AirBus Space (Francia), Argans Limited (Reino Unido) y The Ocean Cleanup (Países Bajos). Se trata de un misión en la que va a aprovechar el uso de satélites espaciales. “La posibilidad de observar la contaminación del océano a escala global y de forma continua daría alas a los investigadores y gestores, pero el reto tecnológico era enorme”.
De hecho, los investigadores pensaron que “las probabilidades de éxito eran mínimas”, ya que gran parte de la basura en el océano se encuentra en forma de microplásticos (fragmentos del orden de pocos milímetros). Es más, señalan los propios investigadores gaditanos, “no fuimos a los únicos a los que se les encargó este trabajo, la Agencia Espacial Europea concedió contratos a distintos consorcios internacionales para realizar en paralelo el mismo trabajo y poder explorar así en profundidad esta posibilidad”.
Los resultados del consorcio formado por la Universidad de Cádiz han conseguido “superar las mejores expectativas”, ya que, con la tecnología disponible actualmente, “el nuevo sensor es capaz de detectar basura a concentraciones de tan solo un 1% de cobertura de superficie del océano”. Así, explican, “el siguiente paso, antes de su lanzamiento en un nuevo satélite, será la validación del prototipo en aeroplano”.
Las aplicaciones más inmediatas de este sensor pasan por el mapeo de los puntos calientes de contaminación oceánica; la identificación y evaluación de las fuentes globales de basura o el control de la efectividad de las medidas aplicadas para combatir la contaminación marina.
No obstante, apostillan desde la Universidad de Cádiz, “existen otras posibles aplicaciones que estamos estudiando, como pueden ser rastreo de agregaciones de basura para mejorar seguridad de la navegación; la búsqueda y rescate de accidentes aéreos y marítimos; la localización de contenedores perdidos o derrames de petróleo; desastres naturales…etc. y probablemente otros usos que aún no podemos prever”.
Fuente: Innovadores (La Razón)
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