Desde que la ONU comenzó a promover el turismo ecológico a finales de los años 80 como solución para proteger el entorno sin renunciar a su explotación económica, la controversia sobre si el ecoturismo afectaba al entorno ha permanecido abierta.
Con la intención de descifrar este interrogante, dos investigadores españoles han pasado cuatro meses en plena Amazonia para cuantificar la presencia de grandes mamíferos en Bonanza, una finca privada destinada al ecoturismo dentro de la Reserva de la Biosfera de Manu. Sus resultados muestran que no sólo no perjudica a la riqueza biológica de la zona, sino que podría tener un efecto positivo en la biodiversidad de las áreas circundantes.
El estudio, de Salvador Salvador (Universidad de Girona) y Miguel Clavero, (Estación Biológica de Doñana-CSIC), en colaboración con Renata Leite del Centro para la Conservación Tropical de la Universidad de Duke (EE UU), ha sido publicado en la revista ‘Mammarian Biology’.
En sus análisis de Bonanza, los investigadores encontraron 41 especies de grandes mamíferos, frente a las 48 especies cuya presencia en la Reserva está documentada. Salvador afirma que «no pudimos observar ninguna afectación en la riqueza de especies, ninguna especie sensible a la presencia humana faltaba y, aunque no pudimos calcular densidades, especies como el tapir (‘Tapirus terrestris’) o la ‘huangana’ [voz local para referirse a otro tipo de jabalí, el ‘Tayassu peccari’] eran muy abundantes, incluso en comparación con zonas vírgenes».
La presencia humana no afectó a las especies
La duración del estudio, cuatro meses, permitió a los investigadores comparar además la presencia de fauna durante la temporada seca y la de lluvias.
Cuando se habla de ecoturismo, advierte Salvador «hay que diferenciar mucho, porque no es lo mismo un safari (fotográfico) en Kenia que lo que estudiamos en la Amazonia». La importancia del estudio radica en que nunca antes se había contrastado la biodiversidad en áreas dedicadas al ecoturismo con la de zonas protegidas, al menos en la Amazonia.
«El ecosistema amazónico es muy extenso y la superficie afectada por el ecoturismo es poco significativa, y aún así, se habían registrado algunas especies a las que sí se molestaba», dice Salvador. Una de estas era la nutria gigante (‘Pteronura brasiliensis’), endémica de la zona y amenazada según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. «Eran casos concretos pero hasta nuestro trabajo, no había ninguna comparación real», indica el experto. Las prácticas ecoturísticas inadecuadas que afectaban negativamente a la nutria estaban relacionadas sobre todo con el transporte fluvial, como los barcos de visitantes que en su recorrido se acercaban demasiado a la guarida de las nutrias.
Tras cuatro meses de trabajo de campo y entrevistas a los habitantes, los resultados mostraban que Bonanza cuenta con, «al menos un 85% de las especies», y añade además que «es probable que las especies de zonas prístinas que no fueron encontradas en Bonanza aparezcan en el futuro, ya que ninguna de ellas, pese a su rareza, está descrita como especialmente sensible a la presencia humana».
Importante función ecológica
Además de comprobar que el área dedicada al ecoturismo concentraba prácticamente las mismas especies de grandes mamíferos que las zonas de selva prístina, Salvador y sus colaboradores descubrieron diferencias entre distintos tipos de selva. «La Amazonia no es homogénea. El bosque que encuentras en la ribera de los grandes ríos es muy distinto al de tierra firme -dice Salvador-, y además es el más amenazado, ya que es donde los colonos tienden a instalarse», debido a que estos bosques tienen un suelo más fértil por los sedimentos minerales que los ríos traen desde los Andes, y porque en la Amazonia los ríos equivalen a carreteras.
En su estudio, los investigadores descubrieron que los bosques aluviales (inundables) «son muy importantes porque muchas especies los utilizan de forma estacional. Hay una época de menos lluvias en las que los frutos se encuentran principalmente en estos bosques», dice Salvador. El investigador afirma que este hallazgo, que refuerza teorías planteadas por otros autores, debería ser tenido en cuenta a la hora de elaborar medidas de protección ambiental.
Para el biólogo, «cuando proteges o dejas de proteger una zona de bosque aluvial no solo actúas sobre la fauna específica de este hábitat sino también sobre poblaciones que se distribuyen por áreas mucho mayores». Actualmente, las políticas de conservación tienden a proteger grandes zonas de selva no inundadas, «de bajo interés para los colonos por su difícil acceso y suelos poco fértiles, por lo que el coste político de su conservación es bajo», dice Salvador.
De ahí la importancia del ecoturismo, que tiende a instalarse en las riberas de los ríos por la facilidad de acceso, pero también «porque allí se encuentran especies que son atractivas, espectaculares y fáciles de ver, como los caimanes, la nutria gigante o agrupaciones de guacamayos en colpas», apunta Salvador.
Los resultados del estudio sugieren que los terrenos dedicados al ecoturismo cerca de los grandes ríos pueden ser una alternativa para la conservación de zonas vitales en el entramado ecológico de la Amazonia, que frecuentemente quedan excluidas de los espacios oficialmente protegidos
Fuente: http://www.agenciasinc.es/
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