El término, acuñado por el filósofo Glenn Albrecht en 2005 hace referencia a la sensación de «añoranza del hogar que se siente cuando todavía se está en él.»
Los árboles han sido adornados con millones de bombillas de colores. La magia de los villancicos nos hace viajar a años pasados, acordarnos de navidades pasadas. La imagen de Papa Noel y sus renos se reproduce en ventanas, balcones y grandes superficies. Disfrutamos del tiempo en familia. Pero abrimos la ventana, y ya no hace frío. Hace tiempo que no vemos nevar.
En otra parte del mundo, solía haber un bosque en el que jugabas de pequeño, que ahora es una granja industrial. El campo donde pasábamos las tardes, se quemó.
Te asomas a la ventana y ya no hay paisaje, solo un enorme aeropuerto.
La palabra «solastalgia» evoca toda esa angustia de ver cómo nuestro entorno va cambiando debido a diversas causas climáticas: el aumento de la temperatura, desastres naturales, deterioro de la calidad de nuestro aire y un largo etcétera.
Originalmente, esta sensación solía ser común entre comunidades que vivían en entornos «más hostiles», en zonas de tala indiscriminada o afectadas por la minería a cielo abierto. Sin embargo, a raíz del cambio climático, este tipo de angustia se está convirtiendo en una experiencia universal. «Es la imagen de conjunto, la totalidad de la Tierra, la que se ha convertido en un hogar atacado. Se afianza así un sentimiento de miedo global, a medida que el planeta se calienta y nuestro clima se va volviendo más hostil e impredecible», escribió Albrecht.
Algunas interpretaciones han señalado la solastalgia como un concepto opuesto a la nostalgia- la melancolía experimentada al estar lejos de casa o el entorno familiar -, ya que hace referencia al sentimiento de angustia producido por el impacto de un cambio en el clima cuando dicho individuo sigue presente en ese entorno u hogar. Es un sentimiento que se experimenta en el presente, no por acontecimientos ocurridos en el pasado.
Hay autores que están explorando el potencial de este concepto para empezar a aplicarlo al impacto psicológico que el agravamiento del cambio climático puede causar en la sociedad a nivel mundial.
Desde que el filósofo australiano acuñase el término en 2005, una fusión de la palabra en latín solacium o consuelo y algia, dolor, son muchos los testimonios de personas que se han sentido identificadas. Ha sido interpretada de diversas formas, pero mayormente es usado en el terreno del cambio climático, junto términos similares como la «Ecoansiedad» o la «Ecoparálisis», causada por la sensación de no saber qué hacer ante el cambio climático.
Asimismo, este concepto ha sido incluido en investigaciones, trabajos científicos y ha inspirado creaciones artísticas, literatura y música.
Durante estos años, Glenn Albrecht, profesor de sostenibilidad en la Universidad de Murdoch, ha participado en numerosas conferencias, charlas y talleres en lo que ha seguido desarrollando esta idea.
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