El concepto de redes ecológicas, tal y como lo plantean el European Center of Nature Conservation (ECNC) para la organización de la Pan European Ecological Network (PEEN), o los diferentes proyectos de la European Ecological Network (EECONet) en Europa, es un modelo de protección territorial que optimiza las relaciones entre hábitats, especies y poblaciones con el objetivo de garantizar la conservación de la biodiversidad (entendida ésta como el complejo de diferentes factores como diversidad de especies, de hábitats, paisajística, etc.).
La importancia de esta aproximación en red radica en varios aspectos clave: la potencia del concepto en red como herramienta de planificación y gestión del territorio; el tratamiento simultáneo de la gestión y conservación del paisaje con la conservación de la biodiversidad; la integración entre los objetivos de la Ordenación del Territorio y la Conservación de la Naturaleza.
El modelo del ECNC plantea también la distinción entre diferentes tipos de redes ecológicas en función de su escala territorial, adaptadas a la realidad de cada territorio. Así en Europa podríamos definir, al menos, tres niveles de organización: redes de importancia europea (Red Natura 2000, Red Esmeralda, etc.), redes ecológicas de conservación de la naturaleza a nivel nacional y regional (redes de espacios naturales protegidos) y redes locales integradas en la planificación física, que sería el tipo de red que desarrolla las propuestas más avanzadas de algunos instrumentos de planificación y ordenación territorial a escala subregional. Las redes ecológicas deben ser capaces de mantener los procesos de los ecosistemas.
Por tanto, los objetivos principales de una red ecológica son los siguientes:
a) mantener una base física continua capaz de soportar las relaciones ecológicas entre ecosistemas, incluidas la movilidad de individuos, poblaciones y propágulos y el intercambio de materia, energía e información;
b) conservar superficies suficientes de los diferentes hábitats, permitiendo a las diferentes especies, poblaciones y comunidades acceder a los recursos (alimenticios, reproductivos o de dispersión) que necesitan para su supervivencia;
c) facilitar la migración estacional, evitando la degradación de sus hábitats y facilitando el intercambio genético;
d) preservar la integridad de los procesos ambientales importantes para los ecosistemas locales;
e) regular la explotación sostenible de los recursos naturales para favorecer la funcionalidad del sistema.
Edita: INSTITUTO UNIVERSITARIO DE URBANÍSTICA de la Universidad de Valladolid Secretariado de Publicaciones e Intercambio Editorial de la Universidad de Valladolid con la colaboración de ECOPÁS
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