Las medidas adoptadas para proteger los ecosistemas y el medio ambiente también podría ofrecer beneficios para la salud pública, según concluye un estudio publicado este lunes en ‘Proceedings of the National Academy of Sciences‘. Aunque la investigación ha demostrado que casi una cuarta parte de la carga mundial de la enfermedad se puede atribuir a la mala calidad del medio ambiente, muy poca evidencia científica apoya la afirmación de que la conservación de los ecosistemas beneficia la salud humana.
Para hacer frente a este vacío de conocimientos, Subhrendu Pattanayak, profesor de salud mundial, medio ambiente y políticas públicas de la Universidad de Duke, en Durham, Carolina del Norte, Estados Unidos, y sus colegas analizaron un amplio conjunto de datos que consta de cuatro años de observaciones sobre la enfermedad, el clima, la demografía, los servicios de salud pública y los cambios en el uso de las tierras en 700 municipios de la Amazonia brasileña. El Amazonas era idóneo para la investigación, ya que ha sufrido un rápido cambio de uso del suelo e importantes esfuerzos de conservación, y hay datos públicos amplios y precisos.
Pattanayak y su equipo vieron que la incidencia de la malaria, las infecciones respiratorias agudas y la diarrea fueron significativamente más bajas cerca de las áreas estrictamente protegidas como parques y otras reservas que conservan la biodiversidad y restringen fuertemente el uso humano. Por el contrario, la incidencia de la malaria fue mayor en áreas protegidas de ‘uso sostenible’ donde las personas pueden entrar y cosechar productos forestales.
Los resultados varían según la enfermedad y otros tipos de áreas protegidas, desarrollo de carreteras y minero. «Nuestros hallazgos sugieren que las áreas estrictamente protegidas pueden servir como una barrera para la transmisión de la enfermedad.
A pesar de que estas relaciones son complejas, creemos que mediante la protección y preservación de la biodiversidad, también podríamos extraer la doble victoria de los beneficios de salud pública», explica Pattanayak. «Muchos de estos factores han aparecido previamente por separado en modelos de enfermedad, pero no todos juntos en un modelo. Realmente, la cadena casual de salud ambiental no es corta ni sencilla», afirma Pattanayak. «Pero mis colegas y yo creemos que nuestros métodos y este estudio ayudan a añadir vínculos importantes en esta cadena», concluye.
Fuente: http://www.ecoticias.com
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