Las lámparas fluorescentes han estado rodeadas de una cultura popular que propone diferentes maneras de usarlas, en la mayoría de ocasiones sin el apoyo de justificación técnica alguna. En el caso de las lámparas ahorradoras de energía, los usuarios nos preguntamos si hemos de apagar la lámpara al salir de la habitación o por el contrario es mejor dejarla encendida de modo indefinido, no sólo porque algo aparentemente tan nimio tiene repercusiones medioambientales a mayor escala, sino porque ese comportamiento tendrá un reflejo evidente en la factura de la luz, y, por supuesto incide directamente en la vida útil de la lámpara; los hábitos de consumo pueden modificarse si se dispone de la información necesaria.

Precisamente la iluminación, y en concreto la iluminación con lámparas fluorescentes, es una de las aplicaciones cuyo impacto ambiental y coste económico son más susceptibles de reducirse. En la actualidad, las lámparas fluorescentes compactas con balasto integrado, ideadas especialmente para sustituir a las lámparas incandescente y comúnmente denominadas “lámparas ahorradoras de energía” constituyen la alternativa real a las lámparas incandescentes tan comunes en los hogares españoles, que resultan tener una menor eficiencia energética y producir un mayor impacto ambiental, además del coste económico que suponen.

Gracias al  trabajo de investigación realizado por el CIEMAT y la ETSIT tenemos la respuesta a estas cuestiones en cuanto a la evaluación de las emisiones de gases de efecto invernadero y de mercurio asociadas al uso de las lámparas ahorradoras de energía, así como del coste económico de encenderlas y apagarlas o bien de dejarlas funcionando.

¿Es mejor apagar y encender una bombilla de bajo consumo? ¿O dejarla encendida? Imagen: Master isolated images

Entre las conclusiones obtenidas, se encuentra que el primer criterio de uso consiste en que las emisiones contaminantes y el coste económico se reducen, tanto si la lámpara permanece funcionando el mínimo de horas posible como si el número de encendidos y apagados se reduce al mínimo indispensable. Estos criterios son triviales y coinciden con la intuición de cualquier usuario. Sin embargo no contribuyen a responder a la pregunta sobre si ha de apagarse la lámpara en caso de una salida de corta duración del lugar.

Si un usuario está interesado en reducir las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas al uso de la lámpara ahorradora, en caso de salir de la habitación en la que se encuentra y siempre que no prevea volver a la habitación antes de 5 minutos, es recomendable que apague la luz. Pero además, si el usuario está interesado en reducir las emisiones de mercurio asociadas al uso de la lámpara, es recomendable que apague la luz al salir, si no prevé retornar a la habitación antes de 43 minutos.  Finalmente, si el usuario esta interesado en reducir el coste económico de usar la lámpara ahorradora es recomendable que apague la luz si no prevé  retornar antes de 7 minutos. Encender y apagar frecuentemente la lámpara ahorradora de energía en cada entrada y salida de una habitación no es recomendable pues dispara tanto las emisiones como el coste económico.

Un resumen de los criterios encontrados es que se recomienda encender y apagar lo menos posible, mantener la lámpara encendida solamente el tiempo necesario para realizar la actividad y finalmente, en caso de salir de la habitación, apagar la luz si no se prevé retornar antes de tres cuartos de hora. Se recomienda especialmente no apagar la luz si se va a retornar a la habitación antes de 5 minutos.

Para poder disponer de todos los datos que han permitido a los investigadores concluir lo anterior, es imprescindible matizar que las estimaciones realizadas se basan en la definición de  tres modelos de lámpara ahorradora de energía, de calidades buena, intermedia y mala según sus tiempos de vida asociados. Se han estimado las emisiones de gases de efecto invernadero y de mercurio teniendo en cuenta las emisiones asociadas al consumo de electricidad en la fabricación de las lámparas así como las emisiones asociadas al consumo de electricidad por el uso de las lámparas en España. Además, se tuvo en cuenta el contenido de mercurio de las lámparas ahorradoras de energía y la eficacia de las redes de reciclaje de lámparas fluorescentes en España. El coste económico se basa en la estimación del precio de adquisición y en el coste del consumo energético.

El trabajo de investigación ha sido realizado por los investigadores del CIEMAT, Félix García Rosillo y Francisco Castejón Magaña, y de la ETSIT de la Universidad Politécnica de Madrid, Miguel Angel Egido Aguilera.

Más información: http://www.ciemat.es