La proliferación de los plásticos en el medio natural no tiene freno. Un nuevo estudio expone que de seguir por este camino llegaremos hacia un punto de inflexión en el que los impactos por la contaminación plástica afecten a una escala que no se podrá controlar.
Los plásticos han conquistado los confines del planeta: están en los océanos, en la Antártida e incluso dentro de los seres vivos. En el 2016 las emisiones globales de plástico rozaron las 23 millones de toneladas métricas anuales y para 2025 se espera que esas cifras se dupliquen, dejando entrever que la humanidad tiene un serio problema con la gestión de estos residuos.
“El plástico está profundamente arraigado en nuestra sociedad y se filtra al medio ambiente en todas partes, incluso en países con una buena infraestructura de manejo de desechos”, Matthew MacLeod, profesor de la Universidad de Estocolmo y autor principal de un reciente estudio que advierte que la contaminación por plásticos está alcanzando unas dimensiones que no podrán revertirse en un futuro.
Para él, a pesar de la conciencia sobre este problema, no ve un freno en las emisiones de plástico y considera, al igual que Mine Tekman, coautora del estudio, que se trata no solo de un problema ambiental, sino también político y económico. En este sentido, Mine piensa que las soluciones que se ofrecen actualmente, como las tecnologías de reciclaje y limpieza, no son suficientes y que debemos abordar el problema desde la raíz.
“El mundo promueve soluciones tecnológicas para el reciclaje y la eliminación del plástico del medio ambiente. Como consumidores, creemos que cuando separamos adecuadamente nuestra basura plástica, toda ella se reciclará mágicamente”, señala la experta.
“Tecnológicamente, el reciclaje de plástico tiene muchas limitaciones, y los países que tienen buenas infraestructuras han estado exportando sus residuos plásticos a países con peores instalaciones. La reducción de emisiones requiere acciones drásticas, como limitar la producción de plástico virgen para aumentar el valor del plástico reciclado”, añade Tekman.
Una vida infinita en lugares remotos
Una de las cualidades que caracteriza al plástico es su enorme durabilidad. Investigaciones han podido observar como pequeñas piezas de plástico situadas en lugares donde no erosionaban han permanecido intactas durante tres décadas.
Si tenemos en cuenta que el plástico suele acabar en este tipo de regiones cuando llegan a los ecosistemas, sobre todo marinos, Hans Peter Arp, coautor del estudio, expresa que nos encontramos ante un nuevo paradigma.
“La degradación es muy lenta y no es eficaz para detener la acumulación, por lo que la exposición al plástico solo aumentará. El plástico es, por tanto, un contaminante poco reversible, tanto por sus continuas emisiones como por su persistencia medioambiental”, expone el experto.
“En entornos remotos, los desechos plásticos no se pueden eliminar mediante limpiezas, y la intemperie de artículos plásticos grandes inevitablemente dará como resultado la generación de grandes cantidades de micro y nanopartículas plásticas, así como la lixiviación de productos químicos que se agregaron intencionalmente al plástico”, añade.
En este sentido, el estudio presenta una serie de ejemplos hipotéticos de posibles efectos, incluida la exacerbación del cambio climático debido a la interrupción de la bomba de carbono global y la pérdida de biodiversidad en el océano, donde la contaminación plástica actúa como un factor de estrés adicional para la sobrepesca, la pérdida continua de hábitat o el incremento de la temperatura del agua.
Tomados en conjunto, los autores ven la amenaza de que el plástico que se emite hoy en día pueda desencadenar impactos a escala global y poco reversibles en el futuro como una “motivación convincente” para acciones adaptadas para reducir considerablemente las emisiones.
“En este momento, estamos cargando el medio ambiente con cantidades cada vez mayores de contaminación plástica poco reversible. Hasta ahora, no vemos evidencia generalizada de malas consecuencias, pero si el plástico a la intemperie desencadena un efecto realmente malo, es probable que no podamos inviértalo”, advierte MacLeod.
“El costo de ignorar la acumulación de contaminación plástica persistente en el medio ambiente podría ser enorme. Lo racional es actuar lo más rápido posible para reducir las emisiones de plástico al medio ambiente”, concluye.
Turismo contra el plástico
El vínculo entre el plástico y el turismo está más que probado, y más en un contexto de pandemia en el que se buscan productos que cumplan con las normativas sanitarias y que traten de frenar la expansión del virus. Los plásticos, en este sentido, son nuestro mejor aliado.
Sin embargo, son también nuestro peor enemigo y si no se toman medidas eficaces, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) avisa de que el regreso a la normalidad podría producir un aumento de 251% en los desechos sólidos para 2050.
“En el futuro, el sector puede ser un importante punto de entrada para un cambio positivo, aprovechando el interés en los viajes y la creciente conciencia de que nuestras acciones tienen un impacto directo en la salud humana y planetaria”, señala el PNUMA.
Como parte del proyecto Transformando las Cadenas de Valor del Turismo, hoteles en República Dominicana, Mauricio, Filipinas y Santa Lucía están demostrando que es posible desarrollar modelos comerciales innovadores para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mejorar la eficiencia de recursos.
Joegil Magtanggol es gerente del hotel Club Paradise Palawan en Filipinas, un hotel que también trabaja en estrecha colaboración con el PNUMA para eliminar gradualmente los plásticos de un solo uso y crear conciencia sobre el problema entre sus huéspedes a través de la campaña del proyecto.
Entre las medidas que ha tomado están las de ofrecer a los huéspedes artículos de tocador naturales en dispensadores recargables o empaquetar las comidas para llevar en cajas hechas como materiales biodegradables.
“Para Club Paradise Palawan, el agua y las costas que rodean sus instalaciones en la isla filipina de Dimakya se encuentran entre sus activos más valiosos. Al ayudar a conservar el ecosistema marino, el hotel también protege el espectacular arrecife de coral por el que esta zona es famosa, y sigue atrayendo a buceadores de todas partes del mundo”, comenta.
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