La carrasca milenaria de Lecina (Huesca) se ha alzado este miércoles con el título de Árbol Europeo del año tras batir todos los récords de votos en la historia del concurso.
La candidatura de la encina, que se ha convertido en el primer árbol español en ganar la competición, ha acumulado en estos meses un total de 104.264 votos, muy por encima del Plátano de Curinga (Italia), que quedó en segundo puesto con 78.210 votos, y el antiguo árbol sicomoro (Rusia), tercer puesto con 66.026 votos.
El galardón fue anunciado este jueves en una ceremonia virtual por la Asociación para la Colaboración Medioambiental, organizadora del concurso desde hace 11 años, que se congratuló porque este año se hubiera recibido más del doble de apoyos que en la anterior edición.
“Tenemos que dar las gracias a todos los organizadores nacionales del concurso por sus increíbles campañas que han atraído una atención tan enorme”, afirmó la asociación.
La carrasca ya fue reconocida como Árbol del año en España 2021, lo que le permitió concurrir a este “eurovisión” de árboles en el que han competido 14 candidaturas de diferentes países europeos.
Las autoridades locales y vecinos de la región se han volcado estos meses para que la candidatura de la encina atravesara las fronteras de Aragón, con una extensa campaña de proyección en medios y redes sociales.
“Para nosotros representa la unión del árbol con la tierra como la de los vecinos con el medio rural, con el afán de resistir, y creemos que es algo común en todas las zonas rurales de España”, explicó una organizadora de la campaña.
Ahora, este longevo árbol, símbolo de la pequeña localidad oscense de Lecina, suma un nuevo hito a su historia.
Historias y leyendas
Las encinas fueron consideradas como árbol sagrado. Los celtas creían que de ella llegaban a los hombres los dones y bondades de los dioses y por eso le rindieron culto. Las más antiguas familias griegas celebraban sus reuniones bajo una encina sagrada donde tomaban sus decisiones más importantes. En Aragón se continuó con esta costumbre para celebrar todo tipo de acuerdos: tratos, bodas, asuntos de tierras o lindes. Si lo que se debía acordar implicaba dos localidades, se elegía la carrasca más grande situada a la mitad del camino que las separaba. Si el asunto era de mayor relevancia se elegía la más famosa del lugar o del reino. Por ejemplo, en 1873 se proclamó en el Somontano la 1ª República en la que en ese momento era la más famosa carrasca de Aragón, “La Carrasca de las Coronas”.
Este árbol legendario está incluido en el escudo de Aragón. En el cuartel superior izquierdo está representada una encina sobre la que aparece una cruz latina de color rojo. Según la leyenda los jacetanos habían venido desde San Juan de la Peña hasta Aínsa para reconquistar este territorio a los sarracenos. Cuando los cristianos iban perdiendo la batalla apareció una cruz roja sobre una encina y entonces cambió la suerte de la batalla, conquistando los cristianos Aínsa. Desde entonces la encina y la cruz roja es el símbolo de Sobrarbe (“sobre árbol”).
La carrasca de Lecina también tiene su propia leyenda:
Cuentan que hace mucho tiempo, Lecina estaba rodeada por unos impenetrables y misteriosos bosques de encinas y robles, donde se ocultaban lobos, osos y también las brujas. Los vecinos temían a las brujas ya que les causaban crueles desgracias. Causaban la enfermedad y muerte a personas y animales, o les mandaban terribles tormentas que asolaban la localidad.
Sin embargo las carrascas del bosque estaban contentas, tal era el temor de las gentes del lugar que no se atrevían a entrar en el bosque para hacer leña. Una de las más jóvenes de las carrascas no estaba muy contenta por la mala fama que tenía el bosque y sentía pena por los habitantes del pueblo. Tan disgustada estaba que no dejaba refugiarse en sus ramas a las brujas.
Por esta actitud eran frecuentes las discusiones con los demás árboles. Las brujas, que escucharon las protestas de la joven carrasca, decidieron irse a otro bosque y para agradecer el apoyo prestado por las más viejas les concedieron todo lo que desearan.
Las más presumidas quisieron que sus ramas y hojas fuesen de oro. Otras desearon desprender uno de los más deliciosos perfumes, y el resto pidieron que sus hojas fuesen brillantes y de cristal. Sólo la pequeña carrasca quiso continuar siendo como siempre.
Las brujas les concedieron sus deseos. Al tercer día desde que las brujas abandonaron el bosque se desató una terrible tormenta de viento y nieve. Se repente las hojas de cristal cayeron al suelo hechas añicos y esos árboles terminaron muriendo.
Otro día, un pastor no pudo impedir que su rebaño se lanzara a comer las hojas aromáticas. Desde entonces, los habitantes, cortaron esas encinas para alimentar a sus ganados con las hojas. En el bosque solo quedaban, además de nuestra pequeña carrasca, los árboles convertidos en oro. Pronto fueron desmenuzados por ladrones y vecinos.
De todo ese impenetrable bosque solo quedaba nuestra pequeña carrasca, que desde entonces todos respetaron y no dejó de crecer.
Fuente: EFEverde, Árbol Europeo
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