Investigadores españoles han demostrado que la construcción de humedales artificiales reduce el impacto de los vertidos agrícolas en el medioambiente, lo que podría ser muy beneficioso para espacios como Doñana o el Mar Menor, que, entre otras amenazas, sufren la eutrofización de sus aguas por la llegada excesiva de nutrientes procedentes de los campos de cultivo.

Depuradora naturalizada de la urbanización Los Monasterios (Puzol, Valencia) EFE/JJ. Guillén. Fuente: EFEverde

Además de actuar como filtros «verdes», los humedales contribuyen a la captación de CO2 y a la formación de suelo, según un estudio coliderado por el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) y la Universidad de Barcelona (UB) y publicado en la revista Wetlands.

La investigación se ha llevado a cabo en el Delta del Ebro y se ha centrado en evaluar el efecto de los humedales, tanto naturales como construidos, en la descomposición de la materia orgánica de la vegetación dominante en esa zona: carrizo y espadaña.

La importancia de los humedales

Los humedales, ecosistemas ampliamente distribuidos en áreas costeras, como estuarios y deltas, son de vital importancia para el bienestar humano y para el mantenimiento de la biodiversidad, tanto acuática como terrestre.

Estos espacios juegan un papel clave en el procesamiento global del carbono, al tiempo que actúan como defensa natural ante tormentas e inundaciones, contribuyen a la recarga de acuíferos, regulan el clima y funcionan como filtros naturales de contaminantes.

Sin embargo, pese a su importancia ecológica, los humedales de todo el mundo están bajo amenaza debido a su conversión generalizada en campos agrícolas, en parte debido a que su productividad primaria duplica la de otros ecosistemas terrestres.

Dada su alta productividad, biodiversidad y accesibilidad, los humedales son ecosistemas que han atraído asentamientos humanos durante milenios y muchos se han transformado en cultivos agrícolas, sobre todo a partir del siglo XX.

Filtros verdes contra la eutrofización

Estos cambios en el uso del suelo, unidos a prácticas como la fertilización, están provocando alteraciones en su hidrología con el incremento de inundaciones fluviales y costeras, además de un aumento de la salinidad y una eutrofización cada vez más frecuente, ha explicado la investigadora de la UB Margarita Menéndez.

La proliferación descontrolada de algas por el exceso de nutrientes que aportan esos fertilizantes (nitrógeno y fósforo) provoca la eutrofización, un proceso que conlleva la «muerte por asfixia» en espacios acuáticos, pues las algas consumen todo el oxígeno impidiendo la existencia de otras formas de vida.

Para mitigar los efectos de la eutrofización, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico construyó humedales artificiales que replican el proceso natural de filtrado, su capacidad de depurar, tratar el agua y eliminar ciertos residuos.

El estudio ha demostrado que actúan como filtros verdes por los que pasa el agua que retorna de los arrozales cargada de contaminantes, antes de que se vierta en las lagunas naturales o en las bahías. Eso hace que reduzcan con éxito las concentraciones promedio de amonio, nitrito, nitrato y fosfato, incrementando considerablemente la calidad del agua, según Menéndez.

Life Renaturwat busca elevar su efectividad

Estos resultados están en línea con el proyecto cofinanciado con fondos europeos Life Renaturwat, que está testando cómo la aplicación de lodos procedentes de potabilizadoras mejora la capacidad de captar contaminantes de los sistemas de depuración de aguas residuales urbanas basados en humedales artificiales.

El objetivo es comprobar la viabilidad de este sistema para eliminar del agua contaminantes emergentes, como medicamentos o pesticidas, y nutrientes, como el nitrógeno amoniacal o el fósforo, cuyo exceso provoca la eutrofización.

Según los investigadores de Renaturwat, que desarrollan su trabajo en la localidad de Carrícola y la urbanización Los Monasterior (ambas en Valencia), los primeros resultados indican una retención muy eficiente de fósforo, con reducciones de hasta un 80 %, en los humedales de flujo vertical y cuyo material filtrante es el fango deshidratado.

Además, se reducen significativamente otros contaminantes, como pueden ser las bacterias fecales como Escherichia coli, cuyo valor disminuye de 1525 a 250 NMP/100 mL en Los Monasterios y de 2104 a 305 NMP/100 mL en Carrícola.

Autor/a: Ana Tuñas Matilla – Fuente: EFEverde