Los incendios que asolan en pleno otoño buena parte del norte de España han encontrado el escenario perfecto para su rápida expansión y su dificilísimo control. La mayoría de las zonas en las que ayer había fuego en los montes no estaban dentro de los parámetros de los tres treintas (más de 30 grados de temperatura, menos del 30 % de humedad y vientos de más de 30 kilómetros por hora), pero en casi todos había valores muy próximos, con un aumento progresivo de las rachas de viento -por el influjo del ciclón extratropical Ophelia-, una temperatura superior a los 25 grados -mayor ayer cuanto más al norte, también por la influencia del aire cálido del ciclón- y sobre todo una humedad relativa del aire muy baja, que se mueve precisamente en el entorno del 30 %, en aumento con la llegada de las lluvias hoy, que ayudarán a la extinción de los fuegos.
La fórmula del 30-30-30 es un buen instrumento para alertar del riesgo o de la propagación, explican los expertos, pero apenas un 35 % de los grandes incendios ocurren dentro de estos parámetros.
Así, la falta de humedad del suelo -en valores cero en la mayoría de los puntos-, la sequía prolongada en el tiempo y la mayor desecación de la vegetación por estos factores son otros elementos decisivos que intervienen en la magnitud de los incendios otoñales. La vegetación, además, cambia de ciclo, disminuyendo el movimiento de la savia en su interior. La ausencia de humedad ambiental, en el suelo y en el interior de las plantas, pueden ser más decisivos para explicar estos incendios que ocurren fuera de la temporada clásica de actividad incendiaria, un aspecto muy estudiado a raíz de los episodios ocurridos en esta época del año en zonas del País Vasco.
A todas estas circunstancias hay que añadir el factor humano, el de la intencionalidad incendiaria, crucial para entender la problemática gallega. Ayer la Xunta volvió a denunciar la intensa actividad delictiva, que se focalizó en áreas naturales protegidas de gran valor ecológico como Os Ancares y el Xurés, pero también zonas con viviendas dispersas o muy cerca de poblaciones importantes, como Baiona y Vigo.
El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, incorporó ayer a todo este cóctel los incendios descontrolados a la otra orilla del Miño, en Portugal. Por primera vez, aseguró, las llamas «saltaron» esta frontera natural contagiando áreas forestales de As Neves, O Porriño o Salvaterra de Miño.
Por otro lado, desde Asturias se ha reclamado hoy el apoyo de la Unidad Militar de Emergencias (UME) para tratar de controlar el incendio declarado en la zona de Seroiro, en el concejo de Ibias, ante la magnitud que ha alcanzado el fuego en un día en el que hay fuertes vientos del sur y temperaturas muy elevadas. El fuego, que aún no ha podido ser controlado, amenaza a algunas poblaciones y a la Reserva de Muniellos, considerado como el robledal mayor y mejor conservado de España. Además las llamas incontrolables han obligado a desalojar dos pueblos: Viliella y Larón.
Según el consejero de Presidencia del Principado, Guillermo Martínez, el incendio se encuentra en las inmediaciones de esta Reserva de la Biosfera, pero durante la tarde no se había adentrado en su interior, aunque sí afectaba a zonas arboladas de la zona de Seroiro. Esta zona protegida de unos 57 kilómetros cuadrados de extensión está situada en el suroccidente de Asturias y acoge tanto robles de distintas especies, de hasta seis metros de diámetro, como hayedos, abedules y acebos que forman parte del hábitat del oso pardo y el urogallo, entre otras especies.
Martínez ha asegurado que el incendio no se ha perimetrado aún, pero que es de gran extensión y difícil de combatir, por lo que se ha pedido la ayuda del Ejército, que ha trasladado 50 efectivos de la Unidad Militar de Emergencias y 20 vehículos.
Fuentes: http://www.lavozdegalicia.es y http://www.elcomercio.es/
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