El 40 % de las 200 especies de aves migratorias presentes en España muestran “signos evidentes de declive”, ha advertido a Efe el presidente del Grupo de Anillamiento Tumbabuey, Pablo Ortega, con motivo del Día Mundial de las Aves Migratorias.
Esta jornada se conmemora por partida doble cada año -el segundo sábado de mayo y el primer domingo de octubre- pero se trata de un “fenómeno en constante desarrollo“, motivo por el cual “debemos prestar atención para cuidar de estas aves todos los días del año“, ha precisado este experto.
El periplo de ida y vuelta de estas maratonianas del aire “comienza en el mes de diciembre con el viaje de la cigüeña” en busca de un clima más benévolo para pasar el invierno y termina con “la migración prenupcial de los buitres en el mes de junio“.
Pérdida de hábitat
A su juicio, la amenaza actual que padecen las aves “es prácticamente la misma que está sufriendo el medio natural en su conjunto” y, en ese sentido, lo que realmente preocupa a los conservacionistas es la salud general de los ecosistemas puesto que “el 70 % de los humedales existentes en España ha desaparecido en los últimos 100 años“.
Las zonas húmedas no son solo un ecosistema “importantísimo” en la biología de las aves migratorias, ya que les sirve de refugio en sus viajes, sino que brindan al propio ser humano “unos servicios ecosistémicos de incalculable valor” ya que, de forma natural, “regulan el ciclo hídrico y protegen de los efectos de la crisis climática“, entre otros beneficios.
A pesar de que el estado de alarma impuesto por el Gobierno a raíz de la crisis sanitaria de la Covid-19 “impedirá asistir a uno de los mayores espectáculos de la Naturaleza“, Ortega ha recordado que España sigue siendo “el país con mayor biodiversidad de Europa“, lo que constituye un motivo más para “empaparse desde casa sobre lo que realmente significa un fenómeno como la migración” y así “comprender la importancia de conservar la Naturaleza”.
Especies migratorias
Las especies urbanas migratorias por excelencia son la golondrina común, el avión común y el vencejo común. Golondrinas y aviones pasan el invierno en el Sahel africano a 2.500 kilómetros de sus nidos, mientras que el vencejo común inverna más lejos, a más de 9.000 kilómetros, en las selvas y sabanas de Tanzania y Kenia. Todos ellos son capaces, gracias a su «excelente» sistema de navegación, de regresar a criar a un mismo lugar año tras año.
La cigüeña blanca era otra de las conocidas migradoras que regresaba del Sahel todas las primaveras. No obstante, los cambios que produce el ser humano en el mundo han hecho que haya cambiado su estrategia migratoria en las últimas décadas, y ahora el 80 por ciento de los adultos reproductores inverna en España.
Para los amantes de las rapaces, el cernícalo primilla y el autillo europeo son algunas de las especies migradoras que acuden a las ciudades. El cernícalo primilla es una pequeña rapaz colonial que se puede ver incluso en grandes núcleos urbanos, como en las catedrales de Sevilla y Jaén, o en la Iglesia de San Esteban en Segovia.
Los autillos, como rapaces nocturnas que son, son más difíciles de ver, pero muy fáciles de escuchar cerca de parques y jardines, sobre todo al atardecer «cuando su reclamo sonoro y repetitivo, puede recordar a más de uno a la alarma de un coche en plena zona urbana».
Especies migratorias menos conocidas pero también cercanas en ciudades y pueblos son el vencejo real, el vencejo pálido y el zorzal común (esta última se ve sobre todo en parques y jardines).
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