Un nuevo estudio dirigido por investigadores de la Institución Oceanográfica Woods Hole (WHOI), y publicado en Science, concluye que la erosión en las montañas (por el viento, las lluvias y otros procesos mecánicos) también puede ser una fuente de gas CO2 nuevo, que se libera a la atmósfera mucho más rápido de lo que lo está absorbiendo la roca recién expuesta.

La razón de ello subyace en una bacteria. Y para llegar a esta conclusión se estudió una de las cadenas montañosas más propensas a la erosión en el mundo: el rango central de Taiwán.

Montañas

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Bacterias y terreno

Según el autor principal del estudio, Jordon Hemingway, la fuente de este CO2 no es completamente geológica, sino el subproducto de pequeños microbios en los suelos de las montañas que absorben fuentes antiguas de carbono orgánico que quedan atrapadas en la roca. A medida que los microbios metabolizan estos minerales, arrojan dióxido de carbono.

Todavía no sabemos exactamente qué bacteria está haciendo esto, eso requeriría genómica, metagenómica y otras herramientas microbiológicas que no usamos en este estudio. Pero ese es el siguiente paso para esta investigación.

El nivel total de CO2 liberado por estos microbios no es lo suficientemente severo como para tener un impacto inmediato en el cambio climático. Con todo, estos procesos tienen lugar en escalas de tiempo geológicas y permitirían entender mejor cómo se mantuvieron los niveles de CO2 en la atmósfera más o menos estables a lo largo de millones de años, permitiendo que la Tierra tuviera el clima y las condiciones que ha tenido, gracias cuales se han promovido el desarrollo de formas de vida complejas.

Fuente: Xataka Ciencia