Como un primer paso en la aplicación de los compromisos adquiridos por China en la cumbre sobre el cambio climático de París de diciembre pasado (COP21), China y la UE pusieron ayer en marcha un diálogo para que sus ciudades colaboren en la reducción de sus emisiones contaminantes.
Se trata de la primera Conferencia UE-China sobre Ciudades con Bajas Emisiones, un foro que se repetirá en Europa en 2017, y que se celebra hoy y mañana en Wuhan, capital de la industrializada provincia china de Hubei, una de las siete regiones piloto donde China experimenta con un sistema de comercio de derechos de emisión.
El evento, con casi un centenar de participantes, iba a ser hoy presidido por el comisario europeo de Acción Climática y Energía, el español Miguel Arias Cañete, pero debió quedarse hoy en Bruselas, donde el presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, convocó a todos sus comisarios por el “brexit”.
Esta primera reunión, con autoridades municipales de ambos bloques, investigadores y empresarios con tecnologías y experiencias en la reducción de emisiones, será útil sobre todo como “generadora de dinámicas” bilaterales, explicó a Efe el director general de Energía de la CE, Dominique Ristori.
El alto funcionario comunitario destacó que la cita de esta semana “ha servido para movilizar energías y para presentar un ejemplo para los que todavía no han entrado en este proceso”.
En efecto, la conferencia suma las fuerzas de la Convención de Alcaldes para el Clima y la Energía, un alianza de gobiernos municipales europeos, creada en 2008 para compartir experiencias y soluciones, y del Pacto Global de Alcaldes, de la ONU, de 2014, encabezado por el exregidor de Nueva York, Michael Bloomberg.
Más que de crear su propia red, China trata ahora de fomentar su cooperación con ciudades de todo el mundo, comenzando por las europeas, que cuentan con mayor experiencia en esta cuestión.
De este foro “lo más interesante es poder discutir sin tabúes sobre cuestiones que no son nada sencillas”, asegura Ristori, “empezando por el carbón”, de cuya quema en centrales térmicas provienen aún más de tres cuartos de la energía que consume anualmente el gigante asiático.
La idea es “seguir las pistas que ya han dado resultados, sobre todo en Europa”, dijo, aunque “son pasos difíciles (en China), porque es un país que aún está en proceso de desarrollo”, aunque se ha comprometido a alcanzar en 2030 su techo anual de emisiones y a reducirlas progresivamente desde entonces.
Ristori subrayó que “los chinos están particularmente interesados en nuestra experiencia, sobre todo en el sentido de que podemos combinar el crecimiento económico, que lo siguen necesitando, con la creación de empleo, por un lado, y la reducción de las emisiones, por otro”, al emerger todo un sector de la mano de la ecología.
“Es importante que la población haga suyo también este tema”, ya que “si se queda en un asunto alejado de la gente, impulsado por los políticos pero no asumido por toda la población, (el esfuerzo) será insuficiente”, y hay mucho por hacer en construcción con eficiencia energética, transporte urbano y la propia “manera de consumir”, recalcó.
Rivoli llevará estas inquietudes también mañana en Pekín a una reunión medioambiental, preparatoria de la cumbre de Hangzhou del G20 de septiembre próximo, “la primera tras el COP21”, en la que los servicios energéticos tendrán un “papel clave”.
El representante especial de China para Asuntos del Cambio Climático, Xie Zhenhua, dijo en rueda de prensa que “nuestros dos mercados (China y la UE) son muy vastos, con muchas empresas de gran influencia”, por lo que la cooperación en la práctica entre sus autoridades locales y empresas puede ser todo un ejemplo para la difusión global de estas buenas prácticas.
También recordó que China abrirá en 2017 su primer mercado de emisiones para todo el territorio nacional, y que este proceso “no sólo supone un desafío, sino una oportunidad para dirigirnos hacia un desarrollo más sostenible”
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