¿Cuánto afecta el medio ambiente en nuestra salud? ¿En qué grado se podrían evitar determinadas enfermedades si mejoramos el nivel de contaminación atmosférica? ¿Qué países tienen un aire más limpio? A éstas y otras preguntas ha querido dar respuesta la Organización Mundial de la Salud (OMS) a través de un informe realizado por más de 100 expertos en el que analizan los datos de 14 regiones del planeta. El objetivo: conocer los factores ambientales que más dañan la salud y concienciar sobre las medidas que, de tomarse, podrían evitar millones de muertes.
La primera imagen que muestra este informe es la contaminación atmosférica del planeta, responsable de 1,3 millones de muertes cada año. Si se redujeran el nivel de partículas grandes (PM10) y pequeñas (PM2,5) presentes en la atmósfera se podrían evitar 1,09 millones de todos esos fallecimientos. Vivir en ciudades cuyo aire no tiene unos mínimos de pureza genera un mayor riesgo de sufrir una enfermedad respiratoria o una cardiovascular.
«Por lo general, las ciudades siguen siendo lugares contaminados. Hay pocas que cumplan las recomendaciones de la OMS, como el caso de las escandinavas, que han aumentado su transporte público y aplican rigurosamente las leyes. En Europa, la situación es parecida, el transporte representa un porcentaje elevado de contaminación, debido al aumento del número de vehículos», según explica María Neira, directora del departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS.
Esta experta señala que la situación en los países desarrollados no debería compararse con la de los estados más pobres, ya que en éstos son mayores las causas que contaminan la atmósfera. «En regiones como África, la calidad del aire es mala debido, sobre todo, a la contaminación de interiores (por el empleo de ciertos combustibles para cocinar). En el caso de la India o China, todavía se usa el carbón para generar electricidad, lo que fomenta la contaminación», señala. Neira aclara que uno de los objetivos de este informe «ha sido agradecer a las ciudades que cuidan su contaminación y empujar a otras a que lo hagan».
Según los datos analizados, Mongolia y Botsuana son los países que tienen unos niveles de PM10 superiores a los 200µg/m3 (microgramos por metro cúbico), 10 veces más de los recomendados por la OMS. Por detrás les siguen Egipto, Bangladesh, Bosnia-Herzegovina, la India, Kuwait, Nepal, Nigeria, Pakistán, Arabia Saudí, Senegal, Emiratos Árabes e Irán, todos ellos por encima de 100µg/m3.
Pero son muchos más los que superan los valores aconsejados por la OMS, que se fijan en 20µg/m3, incluida España, cuyo valor medio está en 29µg/m3, según datos de 2008. Los niveles de contaminación en nuestro país superan a los de Francia, Alemania, Dinamarca, Austria o Reino Unido. Italia es uno de los pocos países europeos que tiene su aire más ‘viciado’ que el nuestro. En un listado más detallado, el informe ofrece la concentración de partículas de 25 ciudades españolas. De éstas, la que soporta una mayor ‘suciedad’ en su atmósfera es Zaragoza, con 45µg/m3, seguida por Granada, con 40µg/m3; mientras que las que pueden presumir de un aire más limpio son Santiago de Compostela (18µg/m3) y Logroño (18µg/m3).
Aunque el informe también ofrece datos de la concentración de las partículas más pequeñas, éstos son menos detallados, ya que muchos países no ofrecen esta información. No obstante, puede observarse la misma tendencia, siendo Mongolia la que tiene un aire con un mayor nivel de estas partículas, seguida por Madagascar, Ghana o Kuwait, encontrándose todas ellas en torno a los 50µg/m3, cuando la recomendación de la OMS es que debe ser inferior a los 10µg/m3. Nuestro país tampoco cumple con estos mínimos, estando la media en 12,9µg/m3.
Desigualdad y pobreza
Pero no se trata sólo de contaminación atmosférica. Existen otros factores ambientales, como la falta de agua potable o la ausencia de letrinas, que merman la salud de los ciudadanos en todo el planeta y aumentan las desigualdades entre países. Estas deficiencias «representan el 25% de la mortalidad y morbilidad de los países en vías de desarrollo, lo que en números reales se traduce en unas 13 millones de muertes al año», explica Neira. En cambio, en las regiones desarrolladas, la mortalidad por factores medioambientales sólo supone un 17% del total.
¿Cuáles son las señales más evidentes de este impacto medioambiental en el ser humano? En primer lugar están las infecciones respiratorias y las diarreas. Entre las dos generan más de tres millones de muertes cada año. Muchas de ellas podrían evitarse si se redujeran, en el caso de las patologías respiratorias, el empleo de combustibles sólidos (leña, carbón, etc.), muy frecuente en los hogares del tercer mundo, el nivel de contaminación por el tráfico, o la exposición al humo del tabaco. Favorecer el acceso al agua potable, el uso de letrinas y una mejora de las medidas higiénico-sanitarias, evitaría el 94% de todos los procesos diarreicos.
«Estos datos se pueden traducir en positivo ya que con inversiones y proyectos en medio ambiente se puede proteger la salud y, al mismo tiempo, reducir el calentamiento global», incide Neira.
La lista de enfermedades provocadas, o potenciadas, por un entorno insano es larga: malaria, tracoma, Chagas, filariasis, dengue… El medio ambiente es responsable, directo o indirecto, de hasta 85 trastornos. Y sin embargo, las medidas son casi siempre parecidas: control del agua, mejorar las condiciones de las viviendas para evitar la presencia de parásitos o insectos, cambiar los hábitos de higiene personales, como el lavado de manos antes de comer, o emplear medidas de protección laboral. Son las reglas de oro para que no se produzcan enfermedades infecciosas o parasitarias, accidentes en el trabajo, o trastornos psiquiátricos, entre otros.
En el caso de los países ricos, aunque el panorama cambia, todavía habría que establecer numerosas intervenciones. «Hay que decirles a estos países que está claro que han avanzado (se sacaron las fábricas de las ciudades, por ejemplo), pero queda mucho por hacer. De cómo vayan a ser diseñadas nuestras ciudades va a depender nuestra salud. Si se fomenta el transporte público, disminuirá la contaminación y las enfermedades respiratorias, como el asma o el cáncer, se caminará más y se reducirán las enfermedades cardiovasculares. En definitiva, la mejora de los ambientes urbanos supondrá una prevención primaria de las enfermedades».
Fuente: http://www.elmundo.es
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