Crecidas e inundaciones son procesos naturales necesarios en el planeta, que rigen y renuevan el funcionamiento de todos los cursos fluviales. La deficiente cultura ambiental de nuestro tiempo nos ha llevado a demonizar estos procesos, que eran respetados por nuestros antepasados, conscientes de los muchos beneficios que aportaban, pero que actualmente consideramos molestos para nuestras actividades.
Ahora los vemos como un peligro y exigimos seguridad frente a ellos, cueste lo que cueste. Por ello, a lo largo de las últimas décadas se han implantado, desarrollado y desarrollado unos sistemas de defensa de lucha frontal contra el río que, en general, y además de dañar muy gravemente los ecosistemas fluviales, han resultado caros, poco efectivos y muchas veces contraproducentes. Se impone un cambio en la visión, en la gestión y en las soluciones, un cambio demandado desde hace más de dos décadas desde ámbitos científicos y respaldado por directivas europeas, pero un cambio que está costando mucho implantar por las enormes inercias e intereses que siguen anclados en los viejos y obsoletos planteamientos.