Los últimos censos realizados en Doñana en 2023 evidencian el declive de algunas especies, incluso su desaparición, y la presencia de otras exóticas que han necesitado de programas para eliminarlas.
Las causas se deben básicamente a una falta de lluvias que acumula ya un ciclo de diez años secos, y al progresivo aumento de la temperatura media, que el año pasado batió el récord histórico con 19,3 grados.
De las especies que no se han detectado, o son muy escasas, ninguna se puede catalogar como extinta, e incluso puede que se recupere su presencia cuando las condiciones ecológicas mejoren, según explica a EFE Rocío Zamudio, coordinadora de grupo de seguimiento en la Estación Biológica de Doñana (EBD).
Anguila. Este pez con forma de serpiente se encuentra a nivel nacional catalogado como en peligro crítico de extinción, sobre todo debido a la sobrepesca de su alevín, la angula. En su día resultaba numerosísimo en todos los ríos y marismas andaluces, incluso en Doñana se pescaba para su exportación a Italia. El censo de 2023 realizado por la Estación Biológica de Doñana (EBD) no encontró ningún ejemplar.
Sapo común. El declive de los anfibios en todo el mundo lo constató el estudio que hizo público la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) en octubre tras analizar a más de 8.000 especies: dos de cada cinco anfibios podrían desaparecer. La ausencia de agua motiva que por segundo año no aparezca el sapo común en Doñana y las otras ocho especies de anfibios sólo en la mitad de sus lugares habituales.
Lagarto ocelado. El más grande de los lagartos ibéricos, con más de medio metro, no se detecta desde 2016 en Doñana. Este solitario animal come de todo, desde carroña a pollos de aves gracias a su potente mordedura.
Salinete. Se trata de un pez endémico de Andalucía, pariente del fartet. Su categoría es en peligro de extinción, y sólo se conocen diez poblaciones en el mundo. Su ausencia está muy marcada por la sequía. Otro pez, la colmilleja solo se encontró en una laguna, los Mimbrales.
Torillo andaluz. Desde hace años no hay el más mínimo rastro de la única ave con ‘apellido’ de Andalucía. A este esquivo animal se le vio por última vez en España en 1981, cuando un cazador llevó un ejemplar a la EBD. Recientemente se descubrieron poblaciones en Marruecos y Argelia.
Las especies exóticas
De presencia indeseable en Doñana o en cualquier espacio natural, resultan cada vez más diversas. Estas son algunas de ellas:
Cangrejo azul. Una de las más recientes incorporaciones a Doñana. El censo de 2023 lo detectó en dos de los tres caños analizados. Es mucho más grande y robusto que el cangrejo autóctono o el americano. La Junta, ante su abundancia en el estuario del Guadalquivir, autorizó la pesca en esa zona.
Gambusia. Este pez aparece en todas las épocas del año. Fue introducido hace décadas dado que, al alimentarse de larvas de insectos, pareció útil para acabar con el paludismo que se sufría en toda la marisma.
Pico de coral. Este ave exótica procede de alguna liberación “seguramente no particular, sino de proveedores”, afirma el técnico de la EBD José Luis Arroyo. Son muy numerosos, y por el momento “no se detecta, pero tampoco se descarta, que compita con especies autóctonas o transmita enfermedades”.
Pez gato. Especie originaria de norteamericana que fue detectada en 2007 en el estuario del Guadalquivir, y luego incluso en Córdoba. Resulta frecuente en La Rocina, donde algunos años se han capturado numerosos ejemplares, ya que altera el ecosistema y su voracidad puede llevarla a comer pollos de aves.
Galápagos y malvasías. El galápago de Florida y la malvasía canela fueron objeto de programas de eliminación con buenos resultados. La canela –o jamaicana- se apareaba con la especie autóctona, la cabeciblanca, y fue erradicada con disparos, aunque aún alguna se avista. Asimismo la tortuga de Florida se retiró casi por completo de Doñana.
Dos especies muy emblemáticas de Doñana se hallan en mínimos históricos. El águila imperial sólo contó con cuatro parejas reproductoras el último año, cuando llegó a haber 17. La escasez de conejo, un problema desde hace décadas no resuelto en el espacio natural, motiva que los técnicos les faciliten su presa.
El ánsar común fue la imagen con la que en los años 60 se recaudó fondos en Europa para la compra del primer suelo protegido de Doñana. El censo provisional de enero marca 4.200 ejemplares, un 10 % de lo habitual, pues casi todos se han quedado este invierno en Holanda.
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Autor: Jorge Molina. Fuente: EFEverde
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