Tras 15 años de conversaciones formales e informales y varios fracasos, la conferencia intergubernamental de la ONU que tenía el encargo de sacar adelante un tratado de protección de la biodiversidad marina para las aguas internacionales ha logrado cerrar un acuerdo sobre el texto de este pacto en la madrugada de este domingo. Con este paso, los representantes de los países, que han estado 36 horas discutiendo la última redacción, sientan las bases para la creación de áreas protegidas en las aguas que no pertenecen a ningún país, una asignatura pendiente de la legislación medioambiental internacional desde hace décadas. Ese es uno de los puntos fundamentales del tratado acordado, cuya versión final (con las traducciones y ediciones pertinentes) tendrá que ser validada por los negociadores, que luego deberá ser ratificado por los casi 200 países que participan en este tipo de conversaciones en Naciones Unidas.
Pero el tratado supone ya un importante paso adelante al establecer la forma en la que los países deberán presentar sus propuestas para la declaración de estas reservas marinas internacionales y los planes de gestión. Luego, los miembros que estén dentro del acuerdo, que se reunirán periódicamente, deberán aprobar esas propuestas de áreas protegidas. Además, el pacto también establece pautas para que las actividades que se desarrollen en alta mar cuenten con evaluaciones de su impacto ambiental. Y aborda el reparto de los beneficios de los recursos genéticos marinos futuros, uno de los puntos que ha resultado más difícil de acordar en los últimos años.
Cuando se habla de alta mar o de aguas internacionales se hace referencia a los espacios marinos que no están incluidos en las zonas económicas exclusivas de los países, es decir, los que van más allá de las 200 millas desde la costa que controlan los Estados. Ocupan la mayor parte del océano (un 64%) y aunque existen normas y entes sectoriales para regular algunos aspectos, como el tráfico marítimo o la pesca, no hay ningún instrumento internacional centrado en la protección de la biodiversidad marina.
Sin un tratado fuerte y ambicioso es prácticamente imposible cumplir el objetivo de proteger el 30% de los océanos y la tierra antes de 2030 (el conocido como objetivo 30×30). Esa fue la histórica meta que los países acordaron el pasado diciembre en la Cumbre de la Biodiversidad en Montreal. “Este acuerdo creará un enfoque coordinado para establecer áreas marinas protegidas en alta mar que serán fundamentales para cumplir con nuestro objetivo compartido de conservar o proteger al menos el 30% del océano mundial para 2030″, remachaba el viernes en una conferencia de prensa telemática Monica Medina, subsecretaria de Estado para Océanos y Asuntos Ambientales de EE UU. “La biodiversidad está disminuyendo a un ritmo catastrófico”, alertaba.
Los mares no son ajenos a amenazas como el cambio climático, la sobrepesca, la incipiente minería en los fondos marinos y otros peligros medioambientales. De ahí, la necesidad de contar con un instrumento que permita proteger las aguas que no son de nadie porque son de todos.
Con un “el barco ha llegado a la costa” la presidenta de la conferencia, Rena Lee, de Singapur, ha suspendido la sesión tras 36 horas de negociaciones. Según ha explicado, la reunión se volverá a convocar para la adopción final del acuerdo. Aunque no ha especificado la fecha, ha asegurado que el texto no se reabrirá. Pilar Marcos, una de las especialistas de Greenpeace que ha seguido las negociaciones, explica que la previsión es que se celebre una sesión especial de forma rápida en la que se adoptará el texto “por votación”, no por consenso (una fórmula que en muchos casos atasca los pactos en la ONU). “Ya sabemos que serán al menos 60 países”, explica Marcos sobre las naciones que seguro votarán a favor el pacto. Esos 60 son los que se habían unido en una coalición para impulsar este tratado. Entre ellos están los miembros de la UE.
La High Seas Alliance, una coalición de 40 ONG que tiene por objetivo la protección de la alta mar, ha aplaudido este domingo el acuerdo alcanzado. Pero ha advertido de que “para garantizar que este progreso duramente ganado no se pierda”, se deben concluir “las formalidades de adopción lo antes posible”.
Aunque el mandato para la adopción de este tratado se remonta décadas atrás, en el último año ha habido tres intentos por cerrar este complicado texto. Esta última reunión de la conferencia intergubernamental se ha celebrado entre llamamientos a los negociadores para cerrar el texto. “Ya no podemos ignorar la emergencia del océano”, advertía a finales de la semana pasada António Guterres, secretario general de la ONU. “Nos vamos de aquí con la capacidad de crear áreas protegidas en alta mar y lograr la ambiciosa meta de conservar el 30% del océano para 2030″, añadía esta madrugada la estadounidense Monica Medina tras el acuerdo adoptado.
“Los gobiernos han dado un paso importante que fortalece la protección legal de dos tercios del océano y con ello la biodiversidad marina, los medios de vida de las comunidades costeras y la soberanía alimentaria mundial”, ha destacado por su parte Gladys Martínez, directora ejecutiva de la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA). “Este es un día histórico para la conservación y una señal de que en un mundo dividido, la protección de la naturaleza y las personas pueden triunfar sobre la geopolítica”, ha añadido Laura Meller, de Greenpeace.
Fuente: EL PAIS. Autor del artículo: Manuel Planelles
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