La nueva Ley de Bienestar animal aprobada en Febrero de este año establece nuevas normas sobre el trato de los seres vivos en general, destacando algunos aspectos muy importantes como los siguientes:
- Define a los animales como “sintientes” y ello implica penas más duras por el maltrato o sacrificio animal. Además, queda prohibido el propio sacrificio a no ser que sea por fines eutanásicos o sanitarios.
- La cría de animales solo está reservada a criadores estrictamente profesionales.
- Se prohíbe la exhibición de animales como perros y gatos en tiendas de mascotas.
- Establece normas más restrictivas para las granjas animales asegurando así su bienestar y “vida digna” durante su estabulación y cría.
- Se reconoce el término de “gatos comunitarios” en zonas rurales y ciudades que deben gestionarse de manera ética con el método CER (capturar, esterilizar y retornar).
Centrándonos en el primer y segundo aspecto, hay aspectos que deben analizarse para poder entender el problema de fondo.
Muchos de los planes de gestión y control de EEI son vitales para salvar la vida de muchas especies endémicas y autóctonas de la península y las islas ya que, como todos sabemos, estas especies recogidas en el catálogo y ya implantadas, interfieren gravemente en las frágiles poblaciones que se consideran ya en peligro de extinción y que se ven muy afectadas por las EEI al ocupar su nicho ecológico, acabar con sus recursos alimentarios, zonas de nidificación o cría o simplemente por ser depredadas por estas especies exóticas invasoras.
Estos planes de gestión y control incluyen diversos métodos para llevar a cabo sus objetivos, entre ellos está la esterilización, capturas o sacrificios. Esto último, choca frontalmente con la nueva ley ya que los motivos no son sanitarios ni eutanásicos.
Es cierto que tan sólo un pequeño porcentaje de los individuos objeto de los planes de gestión y control son sacrificados ya que la mayoría son esterilizados o capturados pero en lugares inaccesibles o para ciertas especies como las aves se contemplan pequeñas acciones de caza con armas de fuego y ello, por ejemplo, ha creado polémica en el plan de gestión de las cotorras en la ciudad de Madrid.
En cuanto a la gestión de los gatos salvajes en las Islas Canarias, son muchos los expertos que se han alarmado por contemplar a los gatos salvajes como “domésticos” y permitir la instalación y regulación de las Colonias por el método CER antes comentado.
Especialmente es en las islas, donde estos felinos están produciendo daños muy graves a la fauna, sobre todo aves y pequeños mamíferos, y ésta nueva ley podría dañar aún más esas vulnerables poblaciones al contemplar la protección del “gato comunitario”.
Sólo el tiempo y la implantación de las normas podrá decirnos si ha afectado y cómo lo ha hecho a los planes actuales y venideros de Gestión y control de las numerosas especies exóticas invasoras que amenazan nuestra fauna y flora autóctona.
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