Puede parecer oportunista, pero no lo es. Una nevada sin precedentes recientes cubrió de blanco una gran parte de la península incluyendo ciudades como Madrid, que en pocas horas dejaron de escuchar el sonido de los motores y pasaron a contar con miles de personas en su lugar.
Algo que parece tan excepcional demostró una cuestión: si se dan las condiciones adecuadas – en este caso fueron sobrevenidas – los peatones (también ocurre con los ciclistas) reclaman el espacio que está concedido en exclusiva al coche. Muchas veces pensamos que el orden es el inverso, que hay que esperar a que haya mayor afluencia de peatones o de ciclistas para concederles mayor espacio. Esta es la visión más conservadora, que consiste en actuar de manera reactiva y en mantener todo como está, esperando a que una mayor demanda (o un factor externo) exija realizar modificaciones. Podríamos decir que en la propia ciudad de Madrid la ampliación de las aceras de la Gran vía o la peatonalización de otras calles céntricas respondió a la necesidad de conceder un mayor espacio a los numerosos peatones que transitaban habitualmente por estas zonas.
Sin embargo, este tipo de actuaciones no responden a la realidad del comportamiento humano. Además, en términos de movilidad y teniendo en cuenta la salud de las personas, no nos podemos permitir seguir actuando así. Si al peatón le facilitas caminar, de forma segura, accesible, con elementos adecuados (bancos, arbolado, sombreado…), en definitiva, si el espacio público lo transformas en un lugar que permite e invita a caminar, el peatón utilizará ese espacio, cada vez más. Lo mismo ocurre con los ciclistas. La puesta en marcha de itinerarios seguros y de carriles bici bien diseñados, invita a más personas a moverse en bicicleta, puesto que elimina una de las principales barreras para su uso, la falta de seguridad.
Esto, que parece obvio, no ha sido la tónica general de los modelos de movilidad existentes en la mayor parte de entornos urbanos o rurales. Hemos crecido en núcleos de población donde, “lo normal” es que la mayor parte del espacio público pertenezca, casi en exclusiva, al coche. Y eso nos ha hecho asumir que es lo adecuado y ha provocado que, también en los decisores políticos, sea poco habitual encontrar decisiones valientes capaces de devolver parte de ese espacio a otros modos de movilidad.
Pero este hecho no es exclusivo de los entornos urbanos o rurales y de los decisores de estos núcleos de población. También las empresas y centros de trabajo de muchas organizaciones o de la propia administración pública han evolucionado bajo estos principios. Una plaza de aparcamiento era un beneficio del que la organización y el trabajador presumían, al incentivar a este último, sin condición alguna (como por ejemplo compartir el viaje con otros trabajadores), llegar al trabajo en el vehículo privado. Por el contrario, medidas de apoyo al uso de la bicicleta (como la reserva de espacios para un aparcamiento seguro, la existencia de duchas, la implantación de incentivos económicos, etc.) han sido (todavía quizás lo sean) una excepción.
Pero cambiarlo está en nuestra mano, es posible hacerlo con medidas valientes, con incentivos, conociendo las barreras, pero también las oportunidades que existen en nuestra empresa, ayuntamiento o polígono industrial para lograr un cambio. Y para ello se necesitan profesionales que conozcan a la perfección las claves de este cambio y que se apoyen en herramientas como los Planes de Movilidad Urbana Sostenibles. Conocer las fases de un PMUS y los factores que deben tenerse en cuenta es clave para impulsar este cambio es imprescindible para actuar y para cambiar nuestra forma de movernos. Tú también puedes ser parte del cambio. No esperemos a que “Filomena” o un virus nos obliguen a cambiar, porque nuestra salud la calidad ambiental de nuestras ciudades y nuestro planeta, no nos permiten esperar.
José Luis López es profesor del curso Técnico en Movilidad Sostenible en el ISM. Este curso tiene el objetivo de capacitar al alumno para la gestión de forma sostenible de la movilidad en empresas, centros educativos, ayuntamientos, etc.
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