Hay un conjunto de evidencias que muestran que la naturaleza, a través de los paisajes naturales, tiene un profundo efecto en la salud y el bienestar de las personas. Es así que conectarse con la naturaleza puede restablecer la atención cognitiva, mejorar la presión arterial y la autoestima, apoyar los comportamientos proambientales, disminuir los síntomas del trastorno por déficit de atención y mejorar la resiliencia comunitaria.
El contacto con la naturaleza es una herramienta efectiva de «promoción de la salud» humana. Es decir, es útil en la prevención de afecciones de salud mental. Los estudios han demostrado que la exposición a entornos naturales mejora nuestra capacidad de recuperación del estrés, enfermedades y lesiones, y proporciona una amplia gama de beneficios sociales, psicológicos y fisiológicos. En nuestras ciudades, se ha descubierto que una conexión con la naturaleza es una parte vital, aunque a menudo inconsciente, del ser humano.
A mediados del siglo XIX se formó un consenso no solo sobre el poder curativo de la naturaleza, sino también sobre el tipo de paisaje que mejor conseguía tal cometido. Se consideraba que los paisajes de diseño naturalista tenían mayores efectos benéficos que los geométricos, ya que de esa manera ofrecían un respiro al rígido trazado urbanístico confinante, típico de ciudades como Nueva York.
En ese contexto nace el concepto de los paisajes terapéuticos (o jardines terapéuticos) son entornos diseñados paisajísticamente de calidad que generan efectos positivos en la salud de las personas. El término «terapéutico» se basa en su raíz, terapia que significa el tratamiento enfermedades ya sean físicas o psicológicas. Los fundamentos de la curación mediante el diseño se relaciona estrechamente con el tema del estrés, como el alivio del estrés ayuda a reforzar el sistema inmunológico y estimula la tendencia natural de curación del cuerpo.
No olvidando que el poder curativo de los paisajes terapéuticos ha sido reconocido por siglos en Japón. Los jardines son tradicionalmente lugares de armonía, belleza y paz. Simplemente mirando a un jardín japonés está clínicamente probado que puede mejorar el estado de ánimo y la salud cardiovascular.
Por lo tanto, un paisaje terapéutico tiene que proporcionar una experiencia multi-sensorial con flores de colores, diferentes tonos y texturas de verdes, vistas incomparables, sonidos del agua relajante, elementos que atraen a pájaros y mariposas, fragancias y hierbas ornamentales que se mueven con la brisa más leve del aire.
Además, los paisajes naturales o los paisajes terapéuticos no solo tienen una influencia particularmente positiva en la salud y el bienestar de los personas; sino también por los atributos y vivencia que evocan en las personas. Por cuanto, no solo es relevante el atractivo visual, sino también los significados y actividades asociadas quedan forma a una “identidad y carácter del paisaje” producto de las experiencias e interacciones personales y colectivas con importantes implicaciones emocionales y en la calidad de vida percibida del entorno en donde el conocimiento tradicional y las costumbres crean un sentimiento de pertenencia.
Junto con las consideraciones de identidad y carácter del paisaje podemos aproximarnos a resaltar las complejas relaciones ecológicas de los paisajes con las personas. Los servicios ecosistémicos proporcionados por la naturaleza contribuyen al mantenimiento del bienestar humano tanto directamente, al proporcionar alimentos nutritivos y agua limpia; al regular las enfermedades y el clima; al apoyar la polinización de los cultivos y la formación de suelo e indirectamente recreativos, culturales y espirituales.
El auge del turismo en todo el mundo no es un hecho caprichoso sino, en parte, tiene sus raíces con fines terapéuticos. El turismo en áreas naturales (interior y costa) atrae mundialmente a millones de turistas que buscan paisajes agradables, de alto valor escénico, bien organizados, contacto con la vida silvestre y experiencias distintas para reconectar con naturaleza.
De igual forma, la mayoría de las actividades recreativas pueden considerarse formas de «terapia» frente a los hábitos hiperactivos actuales; si consideramos las razones por las cuales se crean los espacios verdes urbanos, eventualmente debemos reconocer que más allá de la simple necesidad de belleza escénica, las características de estos espacios brindan un tratamiento psicológico para soportar el estrés de vivir en las ciudades.
En 1982, el Ministerio japonés de Agricultura, Silvicultura y Pesca acuñó el término “shinrin yoku”, literalmente “absorber la atmósfera del bosque”, para describir la práctica de caminar por el bosque para la salud. Un ejercicio suave y regular, a lo menos 15 minutos diarios, tiene beneficios en la salud reales y duraderos. Por ejemplo, mejora la creatividad, potencian las funciones inmunes debilitadas para prevenir enfermedades, ralentiza el pulso, baja la presión arterial, y aumenta la variabilidad de la frecuencia cardíaca en respuesta al estrés de maneras saludables.
En resumen, el gran reto es comprender que los paisajes terapéuticos y las áreas naturales involucran complejos conexiones entre elementos físicos, mentales, emocionales, espirituales, sociales y de salud con las personas.
Considerar estas cuestiones y hacer uso de esta información resultan útiles para acotar las distancias entre las personas y la naturaleza que las ciudades han anulado.
Cualquier estrategia de planificación del paisaje a escala urbana debe proveer a los ciudadanos la accesibilidad a una red interconectada de espacios naturales y verdes de calidad que briden oportunidades de conectarse con la naturaleza por medio de una variedad de actividades como caminar, andar en bicicleta, correr, patinar, socializar, etc. con el fin de mantenerse activos física y espiritualmente y permanecer socialmente conectados y así disminuir el riesgo de aburrimiento, soledad y aislamiento.
Gonzalo de la Fuente Val es docente en el curso Paisaje e Intervención Ambiental del Instituto Superior del Medio Ambiente, en el que se facilitan herramientas que ayudan a poner en valor los espacios naturales y urbanos así como normativas e instrumentos legales de gestión, ordenación y protección del paisaje que permitan dar respuesta a la cada vez mayor demanda del mercado de profesionales con formación integral en este campo.
Pero, sobre todo, ofrece un marco de referencia teórico y práctico que ayude a leer el paisaje, interpretando sus cualidades sensibles, reflexionando que opciones son las más idóneas e investigando novedades y aportando vuestras propias soluciones meditadas, razonadas y publicadas…
Referencia: Red de Paisajes Terapéuticos (https://healinglandscapes.org/)
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