Durante mis estudios de biología y por mi manera de entender la naturaleza, la visión de un montón de ciervos y jabalíes, alineados en el suelo y rodeados de sonrientes personas que posaban orgullosas de su hazaña en la foto, me parecía algo macabro e inconcebible para una sociedad «civilizada». No entendía que diversión podía tener esa «afición» y sobre todo no concebía la necesidad de tenerla.
Una vez terminada la carrera, mis primeros pasos como profesional, me condujeron de manera directa al trato con el colectivo de la caza, programas de reintroducción de conejos, censos de especies cinegéticas, elaboración de planes técnicos de caza.
Muchas horas de trato con gestores de cotos, técnicos de la administración de los departamentos de caza y pesca, celadores de caza de reservas, cazadores, etc., fueron ampliando mis conocimientos y también modificando la percepción del «mundo de la caza».
Lo que aprendí fue la complejidad asociada a este colectivo, el arraigo que tiene en las zonas rurales, la importancia económica que tiene, la controversia social que genera (ya la conocía) y sobre todo la necesidad de una adecuada gestión para conseguir un equilibrio en las poblaciones de especies denominadas «cinegéticas» que permitan el mantenimiento de las cadenas tróficas naturales y la conservación de los ecosistemas.
Como conservacionista comparto el sentimiento de muchas personas que no aceptan la actividad cinegética y que la querrían ver prohibida. Sin embargo, como gestor de fauna, tengo clara la necesidad de una adecuada gestión de esta actividad, porque sin esta gestión, las consecuencias serían catastróficas para el medio natural.
Como en todo lo relacionado con la gestión de la fauna, el aspecto social tiene casi la misma importancia que los aspectos técnicos y es en este punto donde la gestión cinegética genera mucha controversia:
El colectivo de «cazadores», defiende su gestión y muchos de ellos se declaran como abanderados de la conservación.
El colectivo «anti-caza», considera esta actividad como «innecesaria» y proclama que debería minimizarse o incluso prohibirse.
Las administraciones encargadas de la gestión cinegética se enfrentan continuamente a controversias generadas por los dos colectivos anteriores y muchas de ellas carecen de los suficientes recursos (materiales y humanos) para realizar adecuadamente sus tareas.
Cada poco tiempo, salen noticias en los medios de comunicación, sobre la mala gestión que se hace de la caza en España, sobre poblaciones de especies cinegéticas descontroladas, sobre cómo se debería actuar sobre determinadas especies, etc..
En colaboración con el ISM he querido aportar mi conocimiento sobre este tema en el diseño y elaboración de los materiales de estudio del Curso de Gestión y Conservación de la Fauna, del que soy tutor, donde la gestión cinegética se explica de manera sencilla, permitiendo al participante obtener una visión general de cómo abordar este campo de conocimiento.
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